Una gélida madrugada del 15 de abril de 1912, se hundió por el choque contra un iceberg el transatlántico más famoso de todos los tiempos: el RMS Titanic. Son innumerables los relatos y las leyendas que han circulado a lo largo de más de 100 años acerca del dramático naufragio, siendo universalmente famosa la película interpretada por Kate Winslet y Leonardo DiCaprio de 1997.
No obstante, existen otras historias no tan conocidas por el gran público que también merecen ser contadas. Como por ejemplo, el hecho de la presencia de ciudadanos españoles en el ‘Buque de los sueños’, como también se le conocía al Titanic. Estos viajeros aparecen en el libro ‘Los diez del Titanic’, escrito por Javier Reyero, Cristina Mosquera y Nacho Montero. De entre todos aquellos protagonistas del fatídico desenlace, destacamos la historia de nuestra paisana Fermina Oliva Ocaña, nacida en la localidad de Uclés el 11 de octubre de 1872.
Fermina era proveniente de una familia compuesta por once hermanos. Siendo muy joven, se trasladó a Madrid para trabajar como costurera, llegando a abrir su propio taller en el número 11 de la calle Regueros. En la capital de España, conoció a una pareja procedente de la alta clase madrileña, Víctor Peñasco y María Josefa de Soto, casados en 1910. Fue entonces cuando empezó a trabajar como personal doméstico en las labores de vestuario para este pudiente matrimonio. Como era costumbre en la época, Fermina los acompañó durante su larga luna de miel, la cual llevó a esta pareja a recorrer Europa y a embarcarse en el puerto francés de Cherburgo en la atracción más importante del momento: el RMS Titanic, el mayor y más lujoso transatlántico que jamás se había construido.
No obstante, antes de embarcarse en el Titanic, a Fermina le entró un mal presagio, como ella misma narró en una entrevista al diario ABC en 1959. En su memoria, se encontraba el hundimiento del Reina Regente en aguas del Estrecho. Este sentimiento también era compartido por la madre de Víctor, quien les recomendó encarecidamente no viajar en el famoso buque.A pesar de estas advertencias, Víctor, María Josefa y Fermina pusieron rumbo a Nueva York a bordo del flamante trasatlántico. Tras una tranquila travesía, la noche del 14 de abril de 1912, Fermina se encontraba en su camarote cuando de repente notó vibraciones y bastante alboroto en los pasillos. Temiéndose lo peor, decidió avisar a Víctor y a María Josefa y subieron a cubierta para averiguar que estaba ocurriendo. Para cuando llegaron, los operarios ya estaban preparando los botes salvavidas, por lo que apenas tuvieron tiempo de preparar su equipaje. Fermina solo pudo llevar consigo una estampita de San José, santo al que agradeció haberla salvado del desastre.
Ante la escasez de botes salvavidas, la tripulación del Titanic optó por dar prioridad a mujeres y niños. María Josefa no tuvo problemas en conseguir su sitio en el bote número 8, al ser mujer y poseer un pasaje de primera clase. Víctor en cambio se quedó a bordo. Tras despedirse de su esposa (‘Pepita, que seas muy feliz’) y asegurarse de que estaba a salvo acompañada por la condesa de Rothes, desapareció entre la multitud. A pesar de ser también mujer, a Fermina la dejaron en cubierta. Entre la confusión que reinaba a bordo, Fermina protestó de forma desesperada e insistió en viajar con su señora, ante lo cual la empujaron como si tratara de un ‘saco de paja’ cuando el bote ya estaba bajando. Fue relatando sus propias palabras, el peor momento de toda su vida. Mientras tanto, la legendaria banda del Titanic se había desplazado a cubierta para tratar de calmar a los pasajeros entonando las que serían sus últimas canciones. El sacerdote Thomas Byles dirigía el rezo de un rosario ante el cruel destino que se abatía sobre las desdichadas gentes que no habían podido conseguir subirse a los botes salvavidas. Víctor se arrodilló rezando y esta fue la última imagen que pudo conservarFermina de él.
Al amanecer, tanto Fermina como María Josefa fueron rescatas por el RMS Carpathia junto con poco más de 700 supervivientes. Alrededor de 1500 personas habían perdido la vida en las frías aguas del Atlántico norte como consecuencia de golpes diversos, caídas, ahogamientoe hipotermia. Del total de los diez españoles que embarcaron en el Titanic, siete lograron sobrevivir, contando con Fermina y María Josefa. Más tarde, tras la imposibilidad de poder encontrar a Víctor con vida, señora y sirvienta regresaron a Madrid. Fermina trabajó en su taller de costura donde siguió tejiendo hasta llegar a la avanzada edad de 97 años. Murió en 1969, portando consigo el triste recuerdo de haber viajado en el transatlántico que encontró su funesto final en las profundidades del océano durante su primer y único trayecto.
Bibliografía:
Cebrián M. (2018). ‘La conquense que sobrevivió al Titanic’. ABC Castilla-La Mancha. https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/abci-conquense-sobrevivio-titanic-201804162127_noticia.html
Montero N., Mosquera C., Reyero. J. (2012). ‘La tragedia de dos españoles del Titanic: Pepita que seas muy feliz’. ABC Sociedad. https://www.abc.es/sociedad/abci-espanoles-titanic-201204010000_noticia.html