El Ayuntamiento de Cuenca ha celebrado esta tarde un acto de homenaje a las víctimas del terrorismo, como cada año coincidiendo con el aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco por parte de ETA. Presidido por el alcalde Darío Dolz y conducido por el cronista oficial de la ciudad Miguel Romero, la poeta Cristina Falcón ha sido la encargada de leer el manifiesto y Josema Martínez quien ha amenizado el acto con su guitarra tras el minuto de silencio y de depositar un ramo de flores en memoria de las víctimas.
En esta ocasión, el texto ha sido una carta abierta a los jóvenes que no conocen quién fue el concejal de Ermua; un joven que tenía 29 años cuando fue secuestrado, que se había licenciado en Económicas, al que le gustaba la música y tocaba la batería en un grupo, que tenía una familia y que “se sentía vasco y español en una tierra en la que por sentirte vasco y español podían asesinarte”.
Aquellos días de julio de 1997 “cambiaron la percepción social del terrorismo y constituyeron una rebelión cívica”, y se convirtieron en “días imborrables” para la ciudadanía, se indica en el manifiesto, que incide en que “el terrorismo, no sólo de ETA pero sobre todo ETA, ha condicionado la historia reciente de nuestro país y ha ocasionado miles de víctimas”. Además, se ha puesto en valor “la profesionalidad de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado”.
“Las víctimas del terrorismo nos recuerdan que las respuestas violentas o el radicalismo que las justifica no nos hacen más libres, sino más esclavos de conductas que atentan contra los derechos y libertades de todos los ciudadanos que tanto nos ha costado asentar”, indica también el manifiesto, que incide en que hay que “seguir recordando a las víctimas para construir una sociedad en la que no tenga cabida ni la práctica ni la justificación de la violencia política”.