"Pocas labores son más parecidas a la tortura de Sísifo que las tareas domésticas, con su repetición interminable" escribió Simone de Beauvoir en El Segundo Sexo, publicado en 1949. "Lo limpio se ensucia, lo sucio se limpia, una y otra vez, día tras día."
No hace falta decir que De Beauvoir no se oponía únicamente al trabajo, sino a la división del trabajo: las tareas domésticas en casa de los españoles siguen siendo cosas de mujeres. No importa quién gane más, o quién pase más tiempo en la oficina.
Para poner esta afirmación en perspectiva, aludimos a los datos: de las 208.400 personas inactivas en Castilla-La Mancha que se dedican a labores del hogar, un 93,95% son mujeres (195.800), frente al 6,04% de hombres (12.600).
Para ser justos, los hombres hacen muchas más tareas domésticas que en 1949, y muchas veces son las mujeres las que no les dejan hacerlas porque no las realizan como ellas quieren.
Lo que es desconcertante es que las tareas domésticas no parecen seguir las mismas tendencias que otros frentes en la lucha por la igualdad. En el último medio siglo, en todo el mundo desarrollado, cada vez más mujeres han emprendido una carrera profesional, las diferencias salariales entre hombres y mujeres se han reducido de forma constante, y los padres han pasado cada vez más tiempo con sus hijos. Pero la brecha del trabajo doméstico dejó de reducirse en gran medida en la década de 1980.
Si se profundiza en las cifras, las cosas se ven peor: según algunos estudios, en los hogares heterosexuales en los que la mujer es el principal sostén de la familia, cuanto más gana, menos contribuye su pareja a las tareas domésticas. Y, por supuesto, en la medida en que las mujeres reducen sus ambiciones profesionales para centrarse en las cuestiones domésticas (cuidado de los niños más tareas domésticas), esta desigualdad en el hogar perpetúa la desigualdad en el trabajo.
¿Hay alguna solución? El robotización y la introducción de los hogares inteligentes puede acabar, o cerrar gran parte de esta brecha.
Stephen de Winter, el CEO de la web Aspírame.es nos cuenta que uno de los robots de limpieza más demandados y vendidos es el robot Conga 3690, un dispositivo que además de aspirar los suelos, pasa la mopa y friega, como lo haría un humano. El éxito de este tipo de productos es su autonomía, no hace falta la presencia de un humano en casa para que haga su trabajo, y lo hace bastante bien.
Cualquier persona con un dispositivo móvil puede poner en funcionamiento este robot aspirador, desde cualquier lugar en el que se encuentre, por lo que pasar el aspirador y fregar los suelos podría ser algo que quitar de la ecuación a la hora del reparto de las tareas del hogar.
Lo mismo puede ocurrir con otras labores utilizando otros dispositivos robóticos de limpieza, como los robots limpiacristales, que pueden limpiar las ventanas, las mamparas de la ducha, o cualquier otra superficie acristalada.
Limpiar la piscina tampoco es un problema si cuentas con un robot diseñado para limpiar todo el fondo de forma autónoma, e incluso puedes dejar de planchar para siempre con el robot que plancha, perfuma y dobla tu ropa por ti.
Pero hay cosas que un robot no puede hacer por nosotros. Hasta que avance la tecnología, somos los humanos quienes tenemos que seguir limpiando el polvo, haciendo la cama o limpiando el baño.