No es un Código Penal, ni un nuevo Colegio Público, me refiero simplemente al Centro Penitenciario. Espacio alejado de la urge que, al igual que los depósitos de basura o los cementerios, la sociedad aleja para no ver su presencia.
Lugar donde cumplen sus penas psicópatas, violadores, ladrones, terroristas, fundamentalistas, asesinos, proxenetas y algún que otro inocente que por culpa de la justicia allí se encuentra.
Solo reciben visitas de sus seres queridos y algún que otro abogado, ONGs altruistas y el sacerdote que ya que no ha podido salvar sus vidas intenta salvar sus almas.
Esta semana un luctuoso suceso ha tenido lugar en nuestro pequeño CP. Un joven ha puesto fin a sus pesares, remordimientos y penas acabando con su vida de una forma trágica y violenta, colgándose con los cordones de sus zapatillas en su celda, a solas con su pensamiento. Un más a la lista… 111 fallecidos desde diciembre en España.
En este lugar tan extraño también habitamos otros seres, llamados por algunos "carceleros" y "torturadores", que tan solo cometimos el delito de aprobar una oposición para ponernos al servicio de la Administración, pensando que con ello seríamos reconocidos como parte importante de la sociedad, entrándonos actualmente en el más absoluto de los abandonos por parte de nuestro sistema penitenciario, olvidados económicamente y ni tan siquiera reconocidos como agentes de la autoridad, con falta de personal y plantillas envejecidas. Solo nuestro esfuerzo y pericia hacen que desde diciembre de 2018 únicamente hayamos sufrido 222 lesiones y 74 agresiones sin lesiones en todas las cárceles.
Con medios obsoletos y poco adecuados nos enfrentamos día a día a una población en continua tensión; a ellos los escuchamos, los atendemos junto con médicos y personal laboral que comparte nuestras vicisitudes.
Hoy le ha tocado dejar de vivir a él, mañana puedo ser yo.
A esta altura de la carta, permítanme que les tutee, cuando vayáis camino de Madrid, a la altura del kilómetro 5, echad un vistazo a ese edificio y acordaos tanto de los "malos" como de los "buenos" que lo habitan y hace esta reflexión: "tu abandono me puede matar".
Si la Administración no nos hace caso quizás el apoyo de la sociedad pueda conseguir que nos tengan en cuenta. ¡Gracias!
Descansa en paz, yo por lo menos me acuerdo de ti, uno de los débiles…
Asociación Tu Abandono Me Puede Matar de Cuenca