Las calles conquenses son ahora testigos de una nueva alegría, a estas alturas el viajero se preguntará si ha despertado en Emaús, en Jerusalén, quizás en Tabga. No, la realidad le hará retornar a las callejas conquenses y a despertar de un sueño que durante una semana le transportó a sentir tangible lo sucedido hace más de dos mil años.