Comprometido, profundo y nazareno. Así ha sido el Pregón que el cardenal Carlos Amigo ha regalado a la ciudad de Cuenca en este Viernes de Dolores en el que sus palabras han abierto, como ya es tradición en la ciudad, la Semana Santa. Ante un Auditorio que registró lleno absoluto y bajo la atenta mirada y protección del Santísimo Ecce-Homo de San Miguel, fray Carlos Amigo demostró su conocimiento de la Semana Santa de Cuenca, su respeto y cariño por hermandades y tradiciones, hizo profesión de fe y dejó patente que su extraordinaria oratoria no le anda a la zaga a su Amor por Cristo, presente en todo momento en su intervención.
El acto del Pregón contó con la asistencia de la Comisión Ejecutiva de la JdC – encabezada por su presidente, Jorge Sánchez Albendea – y la Junta de Diputación de la institución nazarena; con la presencia del alcalde de la ciudad, Ángel Mariscal, así como su equipo de Gobierno; también asistieron el vicepresidente del Gobierno regional, José Luis Martínez Guijarro; el presidente de la Diputación Provincial, Benjamín Prieto; el obispo de la Diócesis, monseñor José María Yanguas; el delegado de la Junta en Cuenca, Ángel Tomás Godoy; o el diputado del PP por Cuenca y ex ministro de Justicia, Rafael Catalá, entre otras autoridades. También estuvieron presentes, entre otras personalidades, el Cartelista de 2019, Javier Romero; y la Pregonera de 2018, Pilar Ruipérez.
Conducido de forma brillante por la periodista Águeda Lucas – colaboradora en las retransmisiones en directo que la JdC hace de las procesiones de la Semana Santa de Cuenca – el acto contó con una primera parte musical a cargo del Coro del Conservatorio (dirigido por Pedro Pablo Morante) y la Banda Municipal de Música de Cuenca (dirigida por Juan Carlos Aguilar).
Profesión de Fe
El Pregón del cardenal Amigo arrancó, tras una calurosa ovación y después del pertinente saludo a las autoridades presentes en el acto, con una comprometida alusión a la fe y a vivir la Semana Santa desde la fe, como no podía ser de otra manera. “Cuenca puede presumir de historia. De sus hazañas heroicas. De lealtad a principios y convicciones. Puede presumir de sus monumentos y su cultura. Pero en Semana Santa... Cuenca repite una y otra vez: Dios me libre de gloriarme si no es en la Cruz” sentenció, en una primera frase que era toda una declaración de intenciones.
“Con la fe, todo se torna en motivo para la oración, para unir la familia, para la reconciliación” afirmó Amigo, llamando al catolicismo practicante. “Sin fe, la túnica y el capuz son vestido especial para días señalados. Pero con fe... son significación para el nazareno” recalcaba, en una brillante comparación de cómo es vivir la Semana Santa con y sin fe. También tuvo espacio Amigo para hablar el sentimiento de unidad que define a la Pasión conquense y para pedir a los nazarenos que así siga siendo.
“Para Cuenca, la Semana Santa es fuerza de Dios y sabiduría” aseveraba Amigo, para quien, en Semana Santa “todo es armonía y belleza”. Y añadió: “Alzad pues la cabeza, porque se acercan los días en que podáis comprender los misterios ocultos”.
Habló fray Carlos en los primeros compases del Pregón de la salvación que la Cruz simboliza, afirmando que “en medio de la ciudad Santa de Jerusalén... y en la de Cuenca, está el árbol de la Vida. Y sus hojas son medicina”. Para el cardenal “la Cruz siempre permanece. Cristo Crucificado ¡pero en lo alto! Como el Cristo del paso de la Exaltación. La Cruz vacía ¡pero como signo de salvación!” aseveraba el Pregonero antes de llamar a los nazarenos de Cuenca a contemplar la esencia de su Semana Santa.
Conocimiento de la Semana Santa
En su Pregón, fue fray Carlos cercano, elocuente, conciso. Fue poco a poco mostrando su profundo conocimiento de la Semana Santa de Cuenca y, al tiempo, tejió un Pregón que ganó el corazón del nazareno. Tuvo además palabras para todas las hermandades y tallas que componen la Semana Santa de Cuenca, a las que definió como instrumento de la fe para llegar a todos. Habló del Descendimiento cuando recordó a los hombres que bajaron a Jesús de la Cruz y pidió a Dios “encontrar buenos nazarenos, como los que recogieron a Cristo de la Cruz, en el paso del Descendimiento”; se refirió a la fidelidad simbolizada en la imagen de Nuestro Padre Jesús con la Caña y a la valentía de la Verónica para enfrentar la cara de Cristo
Evocó el momento del bautismo hablando por boca de Juan: “Te voy a dar lo mejor que tengo” dijo refiriéndose al agua bautismal; o evocó las manos de las Vírgenes de la Semana Santa de Cuenca, personalizándolas en los gestos tan característicos de las manos de Nuestra Señora de la Soledad del Puente y Nuestra Señora de las Angustias, de la que aseveró que “con una mano acoge a su Hijo Muerto y la otra la dirige a sus otros hijos pues, para una Madre, por más hijos que tenga, todos son únicos”. Sobre las imágenes de Semana Santa dejó el Pregonero dos reflexiones para meditar esta Pasión: no quedarse en el mero componente artístico de la imagen, sino ver a través de ella lo que cada una quiere transmitir y “no olvidarse del gran valor catequético de la imagen. La imagen es como un libro en el que todos podemos leer los misterios del Amor”.
Tuvo también la velada momentos para recordar la historia de la Semana Santa de Cuenca y datos sobre el origen de algunas hermandades, en una parte que entroncaba con la tradición. “Con Cristo todo es nuevo” decía fray Carlos, refiriendo la historia pasada y reciente de nuestra Semana Santa. “Que la oscuridad nunca sea motivo para olvidar los quehaceres diarios de la misericordia. El corazón, lleno de luz. La celebración de la Semana Santa de Cuenca une lo antiguo y lo nuevo”.
En su Pregón, hilvanó fray Carlos pensamientos, pasos, gestos... que a la Semana Santa, de Cuenca y universal, le son propios. Mientras, el auditorio escuchaba con los cinco sentidos, para no perderse una palabra. Habló Amigo de la necesidad de la caridad en las cofradías y dio la enhorabuena a las hermandades conquenses por su labor asistencial. Pero, siempre incisivo, poniendo en acento en lo importante, recordó: “La cofradía no se pertenece a sí misma: es de Cristo. Es de Cuenca. La Cofradía siente con el pueblo, está unida a él. Reconoceos en ella como algo propio”.
Compromiso de ejemplaridad
Aseveró Amigo que la Semana Santa de Cuenca es de todos y que todos pueden participar en ella. Para el Pregonero, en Cuenca “fe y cultura no se confunden: pero se ayudan. La fe está formada por hombres y mujeres de este mundo y siente con el pueblo”. Por eso, dijo Carlos Amigo: “Hablo con mis tradiciones, mi túnica y mi capuz. Así habla Cuenca al Señor. Y Dios entiende todos los lenguajes”. Para el Pregonero, en la Pasión según Cuenta se conjugan “cultura, tradición, belleza... usos y maneras de vivir que hacen de la Semana Santa de Cuenca algo maravilloso y, de alguna manera, inexplicable”. Y añadía: “Como se ha dicho alguna vez: el que cree, no necesita explicación. Y para el que no cree, no hay explicación posible”.
“En la Semana Santa de Cuenca se exige un compromiso de ejemplaridad. Cuenca es una historia, unas tradiciones, un estilo, una identidad propia. Cuenca es la vida que vive en mí, la que llevo conmigo donde yo vaya” sentenció.
También hubo momentos en el Pregón de Amigo para definir lo que supone ser conquense y nazareno, algo que simbolizó en dos monumentos emblemáticos de la Semana Santa de Cuenca: el monumento a las Turbas y el Nazareno. De ellos dijo: “En los labios de las Turbas estarán, sí, los gritos y la ofensa. En el corazón, los sentimientos de misericordia. En la conciencia, el arrepentimiento del pecado. En los ojos, lágrimas de compasión. Devuélveme Señor, la Salvación” evocaba fray Carlos tras hablar del miserere que, desde los Oblatos, lava en Cuenca las culpas.
Palabras tuvo Amigo para las familias y para la Semana Santa como esa tradición que se transmite de generación en generación dentro de una misma familia: “Una familia no será plenamente feliz si hay una silla vacía. La Semana Santa es fiesta de la familia. Los abuelos y los padres serán los mejores maestros y catequistas cada Domingo de Ramos. Solo Jesucristo, al que ves montado en la borriquilla, es la Palabra viva que nos salva. El auxilio nos llega de la fe” aseguró. Y añadió: “Lo nuestro es la paz, la justicia, la dignidad de la persona, el respeto a sus derechos, la dignidad de todos” aseveraba fray Carlos para hablar de la dignidad que difunden las hermandades en Cuenca. Para el franciscano “el mal no se comprende. Pero el amor no necesita explicación alguna. El Amor del Señor y sus heridas son como bálsamo y medicina para curar las nuestras”.
El futuro de la Semana Santa
En la recta final del Pregón se preguntó fray Carlos: “¿Cómo queremos que sea el futuro de la Semana Santa de Cuenca?”. Y se respondió: “Será muy necesaria la objeción de conciencia contra el miedo y la pereza. Habrá que afrontarlo con fidelidad y buen ánimo. La Semana Santa de Cuenca, en el futuro, debe ser la de Cristo, la de la Iglesia, la del Cristiano, la de las cofradías y hermandades. Será la de Cuenca. Será la que sabe que debe llevar su cruz de cada día”.
Tras desear a los nazarenos “que Dios os bendiga”, Amigo declaró abierta la Semana Santa de Cuenca y recogió el aplauso y cariño de una comunidad nazarena que llevaba meses deseando escuchar su Pregón. Cuenca espera ya que se abran las puertas de San Andrés para vivir una Semana de Pasión en la fe, siguiendo el ejemplo y enseñanza de su Pregonero.