Llevando su tierra por bandera. Una bandera negra con rosas y corazones rojos que ondeaban con los movimientos de Carmen París sobre el escenario Solán de Cabras en el Parador de Cuenca. La artista hizo gala de sus ideas, de sus letras y de sus orígenes, de los cuales no olvidó que tienen parte conquense y que compartió alegremente y con su potente voz con las más de trescientas cincuenta personas que abarrotaron, una noche más, los asientos de Estival Cuenca.
La velada folclórica estuvo precedida por los taranconeros de Zascandil Folk. El grupo estrenaba su disco “En el camino” y, pese a hacerse esperar para su salida al escenario por estar “preparando una sorpresa”, el público perdonó a los ‘zascandiles’ cuando en el ocaso de su actuación apareció la cantante aragonesa para interpretar una canción del repertorio taranconero. Todo un detalle que, tal y como comentaron los propios músicos, llevaban queriendo hacer realidad por su admiración por Carmen París.
Tras el parón rutinario entre concierto y concierto, el organizador de Estival Cuenca, Marco Antonio de la Ossa, hizo entrega del galardón Manuel Margeliza a Carmen París. El premio, que honra la memoria del docente y músico conquense, se entrega a músicos que destacan por la transmisión de sus valores. En esta edición, se entregó a la artista una escultura original realizada por el artista conquense Tomás Bux.
Después del emotivo momento, Carmen París hizo suyo el escenario. No sólo se apoderó del momento canción a canción, sino que, además, entretuvo al público explicando cada letra provocando la sonrisa de los presentes. Como pequeños monólogos intermediando las letras que contaban desamores, viajes a Cuba, aventuras al llegar a Madrid… composiciones que mezclaban estilos totalmente diferentes y de varias partes del mundo, boleros y, como no, jotas. De todos los estilos y de todos los colores, pero con la misma voz engalanada y potente.
Y, de esta manera, despidió el escenario Solán de Cabras del Parador de Cuenca su actividad hasta la próxima edición de Estival. Cinco días de intensa actividad, no sin imprevistos de última hora solucionados a contrarreloj por la organización del ciclo musical, que, a pesar de todo, va camino de cerrar otra edición para el recuerdo.