Pregunta. Usted protagonizará la conferencia, ‘Cervantes y el teatro, una pasión no correspondida’, un título muy explícito porque Cervantes era un apasionado del teatro y cultivó el género de forma constante, a pesar de todo…
Respuesta. Se trata de ver cómo fracasó Cervantes como autor teatral en su tiempo, a pesar de ser un género, el teatro, que a él le entusiasmaba, y ver, en segundo lugar,, si también ha fracasado en nuestro tiempo. Haremos un recorrido para ver cuál es el estado del teatro cervantino en el siglo XXI. Se trata de ver, en fin, el pasado y el presente, y comprobar si el teatro de nuestros días lo quiere o no.
P. En su época, Cervantes fue eclipsado por Lope, de ahí ¿su fracaso?
R. Lope tenía una forma de escribir teatro que a Cervantes no le gustaba, una forma que tuvo un éxito enorme, y a partir de entonces todos los dramaturgos escribían como Lope escribía, con sus peculiaridades pero sin cuestionar sustancialmente la forma lopesca de hacer teatro, la llamada comedia nueva. Sin embargo, Cervantes no quiere seguir el dictado de Lope; de hecho, para él Lope fue un adversario. Son dos estilos diferentes en todo, que no se adecuan, pero el público estaba con Lope y, efectivamente, todo lo que se salía de su patrón fracasaba. Sin embargo, Cervantes continuó escribiendo teatro porque para él era el género que representaba la mayor popularidad; hay que darse cuenta de que en su época la gente no sabía leer, y por tanto, las comedias tenían un mayor impacto que las novelas, aparte de proporcionarle más dinero, claro.
P. Por tanto, ¿Cervantes cultivaba el género dramático por verdadero amor o también por dinero y popularidad?
R. Cervantes, ante todo, amaba el teatro, y es un escritor con la ambición de tocar todos los palos, cultivar todos los géneros: la poesía, la novela en sus diferentes modos. Él aspira a ser un escritor total, y es verdad además que el teatro le daba una visibilidad que no le daban otros géneros.
P. Desde el punto de vista actual, según su opinión ¿ha triunfado o fracasado?
R. Desde el siglo XIX hasta hoy han sido muy representados sus entremeses y la Numancia, de la que, por cierto, se han hecho algunas adaptaciones este año, pero no ha pasado lo mismo con las comedias, el territorio de Lope, aunque aun así a fines del siglo pasado se representaron con mucho éxito Los Baños de Argel, dirigida por Francisco Nieva en 1980 o La gran sultana, puesta en escena por Adolfo Marsillach en el 92.También es de destacar la representación de Pedro de Urdemalas en la temporada 2004-05 por nada menos que la Royal Shakespeare Company. De lo que podemos concluir que si en su época el teatro fue una pasión no correspondida, en nuestros días ha cambiado algo la cosa. Aparte, claro, están los Entremeses, que siempre han formado parte del repertorio. No obstante, insistiré en que hoy se llevan al teatro más las novelas de Cervantes (El Quijote, las Novelas ejemplares, el Viaje al Parnaso), que sus obras dramáticas.
P. Desde el Instituto del Teatro de Madrid que usted dirige ¿han llevado a cabo algún homenaje en especial a la figura de Cervantes por su IV Centenario?
R. Acabamos de celebrar un Congreso Internacional, junto con la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) y la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), bajo el título ‘Cervantes, Shakespeare y la Edad de Oro de la Escena’, que ha congregado a un gran número de especialistas, a nivel nacional e internacional, entre los que destacan filólogos, académicos y reconocidos directores de escena como Eduardo Vasco, Helena Pimenta, dramaturgos como Ignacio García May o Yolanda Pallín, escritores como Luis Alberto de Cuenca, etc.