En este sentido, me he reído, y mucho, con la sesgadísima descripción realizada por El Mundo (http://www.elmundo.es/espana/2016/01/14/569688e222601d7f6b8b45db.html). En ella se habla, por un lado y entre otros, de guardias civiles (Podemos), ex trabajadores de McDonald´s (PSOE), actores (Ciudadanos), etc. Mención especial merece, al menos por mi parte y sin retintín alguno, Rita Bosaho (Podemos), primera diputada negra en la historia del Congreso.
Mientras, por otro, al parecer más acorde con las ideas de los articulistas, el texto destaca la poca novedad del PP y, aquí viene lo mejor, los apellidos de la número tres por Málaga: Carolina España Reina. Con esas carpetovetónicas herencias, y cito textualmente: “… en los tiempos que corren es un valor, al menos en su partido”. Las palabras hablan tan bien como esa coletilla final, apostaría que escrita a regañadientes por mero pudor periodístico.
Así, aunque sea por otro tema pero sin poder ignorar las inevitables lecturas entre líneas, algunos entenderán por qué a Marhuenda le ha dado por decir que el Parlamento se ha convertido en una especie de circo, pervirtiendo el sistema. Algunos lo entenderán, repito, pero no seré yo. Aquellos que piensen que los payasos han llegado al Parlamento para convertirlo en un circo deberían reflexionar sobre los motivos. Quizá las personas no podían aguantar más desmadres de los gobernantes de la vieja escuela y ante la perplejidad de ver cómo a los políticos les dio por hacer payasadas, hayan visto con buenos ojos que los payasos entren en política. Pero, no se engañen, pues de payasos, nada de nada: personas de carne y hueso, con aspiraciones reales y con ganas de cambiar las cosas a mejor… pero para todos. Grata novedad.
Las palabras de José Ignacio Sánchez Amor, número dos por Badajoz dentro del grupo socialista, que a la hora de definirse escribió: “en ninguna casilla caben las circunstancias que de verdad te construyen como persona, como haber pasado la infancia en un pueblo, haber jugado al ajedrez o ser pescador de truchas”, me parecen de lo más acertado que he leído en mucho tiempo. No obstante los ya mencionados periodistas de El Mundo lo tildan, con evidente desdén y con ánimo de zaherir, de romántico.
Ante la casta, la rasta, ya han escrito otros adelantándose. Lo importante no son las pintas, sino las puntas. Y con ello me refiero a las puntas de los dedos de esas personas que, con sus decisiones, llegan a transformar la vida de millones de personas. Si hasta en este mismo Parlamento la formación más habitual que reciben nuestros diputados es la de Derecho, seguida de Ciencias Económicas, no dejo de repetirme, salvo excepciones, claro está: hecha la ley…, ¿para quién será la trampa?. El romanticismo, como sabemos, está estrechamente vinculado con el amor, así que bienvenidos sean los políticos románticos. Hasta en calzoncillos si hiciera falta, señor Bono, tan preocupado en su momento con las corbatas. En el Parlamento; allí los quiero ver, escuchar y sentir.
José Luis González Geraldo
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