Con esta nueva adjudicación, ENRESA planea seguir con la política de hechos consumados: ir gastando dinero en el ATC para hacer imposible que el proyecto sea reversible.
Se trata de un nuevo agujero en el equipo directivo de ENRESA, cuyo nuevo presidente ha intentado mantener e intenta rellenar los importantes huecos que quedaron antes de la dimisión de Gil-Ortega. En efecto, los directores de administración y de auditoría fueron cesados por Gil-Ortega dados los desacuerdos de éstos con el proceso de licitación del ATC. En el caso del director de administración, también pesó en su cese el que hubiera firmado un informe en el que criticaba la justificación de las dietas y otros gastos, tanto de Gil-Ortega como del director de comunicación (Carlos Dávila).
El nuevo Presidente de ENRESA, Juan José Zaballa, trata de taponar agujeros con el nombramiento de Carmen García Franquelo como nueva directora de administración, sin embargo esta nueva dimisión viene a minar el proyecto de Zaballa.
En estos momentos, ENRESA no tiene director de auditoría, puesto clave en la fiscalización del gasto, ni alguien al frente del departamento de ingeniería de Residuos de Alta Actividad, persona clave en la coordinación los trabajos técnicos, y cuenta con una directora de administración que, como su presidente, es una recién llegada, por lo que desconocen los detalles del proyecto.
Ante este panorama, las posibilidades de sobrecostes o de errores técnicos en el proyecto son altísimas. Sobre todo teniendo en cuenta que los terrenos presentan unas deficiencias técnicas enormes, que los convierten en “inadecuados” según la consultora URS.