Se trata de una obra del compositor granadino José Miguel Moreno Sabio (Motril, 1956), que además es autor del texto, dirigida al público infantil, joven y familiar, hecha por y para niños.
Mundos paralelos
Esta propuesta escénica se inicia con la presencia de Isabel, una niña solitaria que está leyendo en el jardín de su casa y que poco a poco se va quedando dormida. Aparece entonces Luna, astro con apariencia humana, que pide a la protagonista que nunca despierte de sus sueños y que ella será su protectora en ellos. Un grupo de niños surge a continuación rodeando a Isabel, que despierta y pide a uno de ellos, que posee una gran caracola, que le muestre cómo es el mar, dando inicio a toda una serie de aventuras.
Isabel tiene como base la capacidad de crear, de vivir y de relacionarse a través de los sueños de la protagonista, una niña de diez años que desde la inocencia y la ingenuidad descubre, por medio de la imaginación, el mar y la luna, seres fantásticos que la quieren, la miman, la asustan y, sobre todo, la acompañan. En la historia se reflejan, pues, sus deseos, sus cuentos de princesa y su capacidad de vivir mil y una vidas al mismo tiempo, construyendo un mundo maravilloso con su imaginación.
Se concentran en Isabel, pues, dos mundos paralelos, uno real y uno fantástico, que habitan dentro de cada niño y que conviven sin saber cuál es el reflejo del espejo y cuál es el objeto reflejado. Desde la perspectiva del niño se va presentando un mundo infantil con sus héroes y sus monstruos en el que el lirismo y el drama se unen y avanzan de la mano del pequeño, que es a la vez espectador y protagonista.
Con la poesía y la música como hilos conductores se desarrolla una trama fantástica y actual en la que se dan cita el cautivador influjo del mar, el anhelo de alcanzar y convertirse en la luna, el ansia por salvarse de animales irreales que en su voracidad esconden el caos y el mal, y la paternal e imponente figura del Dios de las Aguas.
En definitiva, Isabel es una historia de niños, para niños y contada por niños en la que los personajes interpretados por adultos, como Luna y Neptuno, son imaginarios. El juego es, por su parte, el principal elemento transmisor y de comunicación, ya que es la forma más natural que el niño posee para integrarse en el mundo real, que es un mundo construido y regido por adultos. Y dentro del juego lo más importante es la imaginación, a través de la cual se construye un nuevo entorno, una nueva atmósfera y un nuevo mundo en el que todo es posible y todo es igual, sin estatus ni diferencias.
Y es que los niños se desarrollan, aprenden y se interrelacionan por medio del juego, por eso todo lo que ocurre en el mundo imaginario de Isabel se construye a través del juego. La obra pretende así, ante una realidad presente en la que casi todo es virtual y estático, reivindicar el arte de jugar como expresión, como forma de relacionarse con los demás y como forma de aprender y desarrollarse.
Todo en Isabel, pues, ocurre jugando, de manera que se pinta, se canta, se salta, se ama, se teme, se gana y se pierde jugando. Y se usan los juegos de siempre, los juegos de la calle, donde no hay máquinas ni objetos elaborados que todo lo hacen, sino que son juegos como el corro, el salto a la comba, el balón prisionero, el pañuelo, la peonza o la gallinita ciega, elementos básicos que se usan en esta propuesta escénica. Por medio de ellos la protagonista realizará todo aquello que anhela y desea, que es integrarse en el mundo real a partir del maravilloso mundo de la imaginación y de los sueños.
La continuidad de un proyecto iniciado con El pequeño deshollinador
La Escolanía ‘Ciudad de Cuenca’ y la ORCAM continúan así el proyecto iniciado con El pequeño deshollinador de la mano del compositor José Miguel Moreno Sabio, el director de Coro Carlos Lozano y el director musical Manuel Coves. El objetivo, escoger obras que puedan ser desarrolladas por niños o jóvenes con la ópera y el teatro como medio de expresión.
Tras el éxito cosechado con El pequeño deshollinador, de Benjamin Britten, se da continuidad al proyecto iniciado con la producción de dicha ópera con una nueva representación, Isabel. Entonces se intentó poner en marcha una pequeña compañía de ópera en la que los principales protagonistas fueran los niños, iniciando así una iniciativa a través de la cual se pudiesen escoger obras que por su morfología, composición y temática pudieran ser desarrolladas por niños o jóvenes, con la ópera y el teatro como medio de expresión.
En este ambicioso proyecto se persigue también el objetivo de desarrollar producciones propias en el seno de la Fundación de Cultura Ciudad de Cuenca, con una puesta en escena adecuada para la Escolanía ‘Ciudad de Cuenca’, bien con obras de repertorio como fue el caso de El pequeño deshollinador, o bien apostando por obras contemporáneas escritas para este fin concreto, como sucede con esta segunda producción.
En este sentido, Isabel es una obra pensada y escrita para ser integrada en esta iniciativa, con música, texto y escenografía totalmente nuevos, como un proyecto pedagógico exigente y de calidad. Además, cuenta con un carácter lúdico que ha permitido hacer un montaje en el que el mensaje esencial es una mirada hacia adelante, mostrando la esperanza de que, con nuestro esfuerzo y decisión, el mundo puede ser todo aquello que deseamos que sea.