La reciente edición de la Feria del Libro de Guadalajara, una de las más importantes del mundo, ha estado dedicada en su edición de 2013 a Israel, país del que México tiene más de una cosa que aprender, ya no digamos España. El celo para defender el territorio de sus enemigos, así como la decisión para enfrentarse al terrorismo, es algo que ya quisieran en España. En México, con un Estado que experimenta el peligro de verse superado por el narcotráfico, se extraña esa perseverancia en el ser que caracteriza a Israel, que conserva su fortaleza a pesar de cualquier acoso.
Otra cosa es la confusa opinión de la izquierda indefinida, que desde hace años ha hecho de la relativización del terrorismo contra Israel una de sus causas más caras. Todo ello dicho sin perjuicio de las críticas que se puedan hacer al mencionado país aunque, eso sí, con la cabeza ajena a las fiebres cegadoras del altermundismo.
¿Qué se puede aprender de Israel? Por ejemplo, el hecho de que defiende su unidad territorial y ni siquiera tiene una Constitución. Mientras, en España, en estos momentos, el diario «El País» publica una serie de reportajes acerca del aniversario del régimen de 1978. Lea el interesado las declaraciones de los supuesto especialistas y se dará cuenta del lío tremendo detrás de la tan llevada y traída Constitución española.
«El modelo autonómico es federal, no se llamó así por pudor», nos dice en la entrevista del mismo nombre el jurista Antonio Garrigues Walker. Un jurista que dice algo que para los defensores del federalismo, entre ellos el mismo diario El País, tal vez resulte sorpresivo: les tengo una novedad, viven en una federación. Algo erróneo, desde luego.
Hay otro texto, «En defensa de la Constitución, reforma», de Alfredo Pérez Rubalcaba, que hay que leer en compañía de la entrevista que el diario le hace a Alfonso Guerra: «Los nacionalistas dijeron en 1978 que tenían suficiente. Fuimos ingenuos». 35 años de vivir en una mentira. Un verdadero caos de opiniones que no lleva a ningún lado, excepto al engrosamiento del problema. De lo que dicen los nacionalistas fraccionarios de la Constitución es mejor no hablar.
En el mismo periódico podemos leer la ciberentrevista que, desde la Feria del Libro de Guadalajara, ha concedido a los lectores el escritor irlandés Colm Toibín, quien declara, a pregunta expresa de un lector español: «Yo soy irlandés y entiendo bien el sentimiento de un país de querer ser independiente [.] Pienso que en Cataluña el sentimiento nacionalista catalán es serio, abierto y proeuropeo, y para mí sería un buen sueño que se independizara». Como si no tuvieran suficiente con los catalanistas serios, abiertos (a la secesión) y proeuropeos, ahora viene un irlandés sus sueños, en realidad la pesadilla de muchos.
Como el lector sabe, en esta columna nos hemos dedicado a opinar, primero desde España, ahora desde México, acerca de la legitimidad de los intelectuales al momento de asumirse como líderes de opinión. Por eso nos parece grave que en la tribuna de nuestra Feria libresca más célebre, Toibín aproveche para sumarse a la andanada de ciudadanos españoles (y a veces mexicanos) que se dedican a reivindicar la vía sentimental como alternativa a la política. Todo ello al mismo tiempo que se cumple un aniversario del corrupto régimen del 78, capaz de albergar un artículo tan confuso y de fatales consecuencias como el 2.
Decimos todo lo anterior porque durante años España ha sido propuesta para los mexicanos como ejemplo de democracia, un mito, el de la Transición española, que ha impregnado el discurso de nuestros políticos.
Así que ahora que la Feria del Libro de Guadalajara y el aniversario del régimen de 1978 coinciden en las páginas de un diario socialdemócrata tan confundido como sus entrevistados, es buen momento para reflexionar en voz alta acerca de lo que nos une con el conjunto de los países de habla hispana que asisten a tan esperada cita, para celebrar el ascenso del español como lengua, entre otras cosas.
Y si de análisis acerca del nacionalismo fraccionario se trata, me quedo con la nota aparecida en El Deforma, una publicación en línea de noticias cómicas y apócrifas: «Cataluña y Palestina se enfrentan en la final del Mundial de Países Imaginarios».
Manuel Llanes