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El valor de las palabras

Por Redacción
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localcuencanewses/5/5/16
lunes 07 de enero de 2013, 00:48h

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Las palabras son curiosas y complejas. Sus usos, más todavía. Empachado de celebraciones gastronómico-familiares, pero no por ello desmañado, hoy divagaré sobre aquello que más indigesto he encontrado durante estos días de paz y amor. No hablo de turrón, villancicos y demás viandas y zarandajas de temporada, sino de la imagen con la que abrían algunos periódicos, y no pocos noticiarios, el día veintiocho del pasado mes y año: dos diputados jugando en plena votación –polémica, para más inri- con sus “maquinitas” a la aplicación conocida como “Apalabrados”.

Una imagen que, dada la fecha, parecía la mejor de las inocentadas. Confieso que al leerla sonreí y pensé que no me la daban con queso. Nada más lejos de la realidad. A través de sus redes sociales, como quien deja a la parienta por SMS, los dos implicados se disculparon ante los ciudadanos. Ambos lamentaron lo sucedido. Lo que no me queda claro es si lamentaron el suceso o, simplemente, lamentaban haber sido pillados con las manos en las palabras. “No volverá a pasar”, prometía la lúdica diputada. Estoy convencido de ello. Tan sólo espero que la solución no sea prohibir o limitar la entrada de cámaras al congreso. Ya se sabe, muerto el perro…



Incluso el señor Ignacio González recriminó la actitud de sus correligionarios, señalando que no estaban a lo que tenían que estar, que es como decir que ni frío ni calor. Está claro que nadie en su partido sabe dónde está lo que tiene que estar, ni si está bien lo que se está haciendo, o si el bienestar, para empezar, está bien… ¿estamos?, quizá no todos los que son, pero sí todos los que están. En fin, todo apunta a que, estantalando a duras penas lo que queda de nuestra clase política, a estas alturas del partido casi todos los gatos son pardos, tanto de noche como de día, estén donde estén. Menudo “Dream Team”.

“Apalabrados”, ¡qué apropiado! Apalabrar, como sabemos, significa concertar de palabra algo entre dos o más personas. Lo sabemos tan bien como que las palabras se las lleva el viento y que hoy, más que nunca, lo que necesitamos son hechos, ¡acciones!, y no palabritas. El futuro requiere más hombres “de palabra”, que cumplan con lo que prometen, y menos tipejos “apalabrados”, cuyos ridículos tejemanejes sólo son conocidos por unos pocos, normalmente los que mejor y mayor tajada recibirán. ¡Bendita ignorancia!, que dicen algunos.

Me pregunto cómo reaccionarían esos jefazos de Puro y Postín, con la misma mayúscula que esa Política a la que aludía nuestra -cada vez menos- graciosa majestad en su discurso navideño, si cazaran a sus empleados en esta misma situación. Supongo que el despido, procedente, ¡faltaría más!, sería una de las primeras opciones a barajar, pues: ¿quién en su sano juicio pagaría un sueldo a unos sujetos que van al trabajo a jugar?

Convertir tu trabajo en juego es harina de otro costal. Yo presumo de ello. No juego con mi trabajo, pero sí transformo mi trabajo en algo más lúdico. Es más, quien no lo haga acabará fagocitado por la rutina de la tristeza, que en más de una ocasión es provocada por la triste rutina. ¡Más Froebel y menos Herbart!, recomendaría a mis compañeros docentes -pidiendo perdón al resto por el chiste privado-. En definitiva, juega en tu trabajo; es algo tan serio que merece ser tomado con humor, pero nunca juegues con tu trabajo; todos tenemos una responsabilidad que aceptar. ¡Tate!, otra palabra curiosa: “responsable”. He aquí sus dos primeras acepciones:

 


-    Dicho de una persona: Que pone cuidado y atención en lo que hace o decide.
-    Obligado a responder de algo o por alguien.

Señores diputados, políticos en general: ¡sean responsables!, se nos acaba la paciencia y no es justo obligar a los Reyes Magos a llevar tanto carbón encima.

 

José Luis González Geraldo
Facebook.com/joseluis.ggeraldo

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