La segunda tiene que ver con la forma desordenada, caótica e injusta en que el mundo, la humanidad, el concierto de naciones, responde a esta concatenación acelerada de crisis que esconden nuevas crisis, muestra evidente de una quiebra de modelo que se hará cada vez mas presente.
Y es así que todas las soluciones, parches por mejor decir, que adoptan países, bloques de países e instituciones internacionales, tienen el mismo patrón: pagan justos por pecadores, cuando no ocurre que los justos pagan mientras los pecadores se benefician de la ilícita conducta. Y siempre pagan (países, territorios, grupos humanos, individuos, sectores y colectivos) los más débiles. Un déficit moral que aumenta mientras la injusticia se establece como norma. Y eso mismo es lo que ha ocurrido con la decisión de ubicar el ATC en Cuenca: nos mandan a la provincia más atrasada del solar patrio los restos peligrosos y perpetuos de una energía que ha sido motor del desarrollo de la España desarrollada a la que Cuenca no pertenece, porque es la provincia más débil, porque no puede defenderse por si misma ni tiene nadie que la defienda.
El tercer argumento de este aspecto paradigmático que formulo tiene que ver con la formación de la opinión pública en la sociedad de la información. Son muchos los conquenses que han conformado su opinión sobre el ATC buscando información en Internet y compartiendo, por correo electrónico y redes sociales, aquello que encontraban de interés o relevancia, aquello que no aparecía en la información oficial, esto es, comunicados de los partidos e instituciones, campañas de publicidad y marketing institucional y titulares de los medios convencionales.
En cuarto lugar, y en parte como consecuencia de lo anterior, comprobamos con el ATC, como con tantas otras cuestiones de importancia para el interés general y el bien común, la inanidad de partidos e instituciones, cuya única función pareciera consistir en mantener un estatus quo del que son principales beneficiarios. Y es así que el uso partidista del ATC en Cuenca ha llegado al paroxismo: lo que para el PP era malo en la oposición, lo es bueno en el gobierno, y, aún en el gobierno regional, lo que sigue siendo malo para Guadalajara deviene deseable y benéfico para Cuenca. No tengo duda de que el PSOE antepone de igual manera los intereses partidistas a los generales cuando ambos entran en colisión, y supongo que esta es contradicción consustancial de un sistema de partidos cuyas limitaciones en la función de satisfacer el interés general son cada vez más evidentes. No es que se ataque o vulnere el interés general, claro que no, es que, cuando hay que elegir, la decisión está tomada de antemano, porque lo primero es lo primero.
La medicina para lo anterior vendrá de la mano de una sociedad civil más fuerte y protagonista de las decisiones comunes, que corrija los excesos de las endogámicas burocracias partidistas.
No seré yo quien niegue las bondades del capitalismo avanzado y la democracia liberal, me sumo simplemente a quienes piensan que conviene, y mucho, atender a sus limitaciones y contradicciones, me sumo a los que apuestan por una transformación del sistema que avance y profundice en los valores que han animado el progreso humano, la libertad, la justicia y la igualdad, y en el nuevo tiempo, debemos añadir la sostenibilidad entendida como preocupación esencial por el futuro de nuestros descendientes, esos a los que, en Cuenca, vamos a dejar en herencia la basura nuclear de toda España.
Jesús Neira Guzmán