El PP, como el PSOE cuando cambian las tornas, se empeña en contestar y criticar al partido contrario en un dialogo autista, en lugar de dar explicaciones a los ciudadanos que, sin adscripción partidista, están simple y llanamente en contra del emplazamiento en Cuenca del basurero nuclear. El PP llama por tanto a la movilización sectaria de forma que intenta hacer incompatible la legítima adscripción ideológica con una postura contraria al ATC, todos en manada a lo que mande el líder, en este caso la lideresa. Ocurre en todas las organizaciones, el que discrepa no sale en la foto. La gresca partidaria, en fin, suele ser una magnífica cortina de humo para eludir afrontar los problemas reales de los ciudadanos.
Los presuntos beneficios para la comarca por este emplazamiento, no son más que un futurible, una mentira que solo se podrá demostrar y acreditar cuando ya sea demasiado tarde. Los perjuicios empiezan a ser una realidad palpable porque Cuenca, que no figura nunca en la agenda nacional, es ahora protagonista de las noticias anudando una y otra vez su imagen a la característicamente conflictiva, aquí en Fernando Pó, de la industria nuclear. Buena campaña publicitaria para el turismo cultural y en la naturaleza, para la gastronomía de producto, para los productos de la tierra. Lo que nos faltaba para acrecentar esa leyenda negra, mitad crimen de Cuenca mitad chascarrillo nacional.
Cuanto más se estudia el proyecto peor cara tiene. Al problema de la ingente cantidad de residuos a almacenar que incluyen, además del combustible gastado, los restos de un desmantelamiento nuclear inevitable; al problema de su refrigeración, que no solo almacenamiento, al problema de su cadena logística por toda la provincia, ya que veremos transitar por Cuenca miles de bidones, a la entrada en funcionamiento del ATC y en las próximas décadas, se une ahora la sospecha de que en la instalación se pueda realizar además manipulación y reutilización del combustible supuestamente agotado y gastado.
Las autoridades se han apresurado a negarlo, lo cual nos tranquiliza a todos, evidentemente. Pero desde la tranquilidad podemos pensar que la propia filosofía de la instalación lo está diciendo, ya que la industria nuclear, además de almacenar su basura peligrosa en Cuenca, busca su eventual reutilización, del combustible me refiero, para eso es el centro tecnológico. Si tal reutilización fuera posible, que supongo que lo será en una u otra medida, será una buena noticia para España y para la industria nuclear, y mala para Cuenca. Igual que el emplazamiento del cementerio en Villar de Cañas ha sido mala noticia para Cuenca y buena para el resto de España y la industria nuclear, que ya respiran tranquilas una vez que han pasado la patata caliente.
Es evidente que el ATC y el trasvase tienen una conexión, y la conexión es que los tontos útiles de estas fiestas somos los conquenses. Y como no podía ser de otra manera, ambos asuntos han coincidido en la misma sesión de debate de las Cortes regionales. ATC y PHN, bonito baile de siglas para enmascarar la realidad.
Los trasvases y el PHN han hecho correr ríos de tinta, todo mentira, la única verdad es que desde los tiempos de Franco el agua de Cuenca pasa por Cuenca y se va al Levante y, ahora también, a Albacete y Ciudad Real. De igual modo, el ATC empieza su andadura y hará correr también ríos de tinta, todo mentira, la única verdad es y será que el basurero nuclear no los hemos quedado en Cuenca. Para otros la prosperidad y el desarrollo, para Cuenca la miseria, la despoblación y, ahora, la basura nuclear.
Jesús Neira Guzmán