Tendrán que pasar 64 años para que en 1975 la Naciones Unidas decretaran ese año como el Año Internacional de la Mujer, dando gran impulso a las luchas por los derechos de las mujeres. Dos años después en 1977, la Organización de las Naciones Unidas aprueba la resolución 37/142 en la que se invitaba a todos los Estados a que proclamen, de acuerdo a sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día al año como Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional y decidieron que el día 8 de marzo fuera el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Desde ese momento el 8 de marzo se convirtió en un día de reflexión sobre las condiciones en que viven las mujeres de todo el mundo. Y así lo venimos haciendo en Tarancón en los últimos años.
La fecha del 8 de marzo, os recuerdo, se remonta al siglo XX, en Nueva York, cuando las mujeres trabajaban fuera de sus casas en las peores condiciones y decidieron organizar una manifestación por las calles de los barrios ricos para que todo el mundo se enterara de su situación. El día de 8 Marzo de 1.908, también en Nueva York, un grupo de mujeres se encerraron en la fábrica textil “Cotton” donde trabajaban. El dueño cerró con llave la fábrica y prendió fuego al edificio: murieron 146 mujeres. Las telas que fabricaban eran de color violeta, por eso desde entonces este color se convirtió en un símbolo de la lucha de la mujer por sus derechos.
También el 8 de marzo pero esta vez en 1909, se convocó una manifestación en Nueva York, bajo la consigna “Pan y Rosas”, en la que participaron más de 15.000 trabajadoras protestando contra los bajos salarios, las condiciones inhumanas de sus trabajos, exigiendo mejoras de condiciones para las mujeres emigradas, la abolición de la explotación infantil y el derecho al voto de las mujeres.
Estas reivindicaciones de otros países tuvieron reflejo en la España Republicana. Ya en España, en 1931, en las Elecciones Generales a las primeras Cortes Constituyentes de la IIª República, Clara Campoamor es elegida diputada. Desde el primer día en que ocupó su escaño, defendió y exigió el derecho de la nacionalidad de las mujeres, el derecho al voto y el principio de igualdad entre hombres y mujeres. Será en las elecciones municipales del 23 de abril de 1.933 cuando las mujeres voten por primera vez. Luego, cuarenta años de silencio.
Después de cien años de lucha, permanecen roles y aspectos generales sin inmutarse. Continúa presente en nuestra vida cotidiana la violencia de género, la dependencia y las desigualdades en el reparto de las tareas del hogar y el cuidado de hijos y mayores. Continúa activo en nuestra vida cotidiana el hecho de que las mujeres han accedido al mercado laboral pero en las categorías inferiores y con peores condiciones retributivas; y en el mundo en desarrollo, el fenómeno de la feminización de la pobreza, con el hecho de que el 70% de los pobres del mundo sean mujeres, o las carencias en materia de salud sexual y reproductiva que hacen que cada minuto muera una mujer en el mundo consecuencia de las complicaciones del embarazo o del parto.
Son estos, pues, cien años de reivindicación, que logra más despacio que deprisa, sus frutos. Sobre todo en lo que respecta a la violencia de género. En lo que va de 2011 se han registrado 14 asesinatos, seis más que en el mismo período del año pasado. El último, ayer mismo, en la localidad madrileña de Fuente el Saz del Jarama.
Pero debe ser éste también la conmemoración de un centenario de reconocimiento al papel que ha desempeñado y desempeña la mujer en nuestro entorno. Un 8 de marzo que representa especialmente el esfuerzo y el sacrificio de muchas mujeres para conseguir la igualdad de oportunidades, pero que simboliza también el impulso de toda una ciudadanía, formada por mujeres y también por hombres, consciente de que la equidad es la clave para crear una sociedad más justa y más equilibrada, y que se debe de reforzar una formación en valores que potencie la solidaridad, la tolerancia, el respeto y, por supuesto, la igualdad de oportunidades, creando una sociedad en la que el esfuerzo y el trabajo, y no el género al que se pertenezca, permitan hacer realidad nuestras expectativas personales y laborales.
Desde aquí aplaudimos que los ministros de Asuntos Sociales de la Unión Europea adoptaran ayer un nuevo Pacto por la Igualdad de Género para el periodo 2011-2020, cuya principal novedad es que incluye medidas para combatir la violencia ejercida contra las mujeres impulsadas especialmente por España. Este pacto deberá verse reflejado, por ende, en todas las Administraciones Públicas de la Unión Europea.
LA SITUACIÓN DE CRISIS ECONÓMICA.
Es necesario actuar decididamente en materia de corresponsabilidad y de incorporación de la mujer al mercado laboral en igualdad de derechos, pues las mujeres se han convertido en una fuerza esencial para poder salir de la actual crisis económica, de ahí que algunos siempre hemos mantenido que las inversiones en políticas de igualdad no son gastos sino inversiones para un futuro más justo.
Hace 3 años la tasa de desempleo femenino era muy elevada con respecto al masculino. Hoy es semejante, debido a que los trabajos en sectores masculinizados han sido los más afectados por la crisis (recordemos el sector de la construcción, por ejemplo).
Pero esto no ocurre en todas las edades.
Por ejemplo, el paro aumenta más entre las mujeres jóvenes que entre los hombres, a pesar de que un 59% de los titulados universitarios son mujeres.
Dato que choca con el de que las dificultades económicas que sufren las familias ha obligado a las mujeres de más de 45 años a incorporarse al mercado laboral, de modo que la tasa de ocupación de este colectivo se ha disparado hasta el 14%, según un estudio elaborado por Randstad.
Pero hay que reflejar que, en cualquier caso, la precariedad es la nota dominante de estos contratos, siendo 8 de cada diez a tiempo parcial, pues más del 46% de las mujeres deben encargarse de las labores del hogar.
Las trabas a la hora de conciliar vida familiar y laboral y la desigualdad de oportunidades en la empresa siguen siendo también dos de los principales lastres. Por poner un ejemplo, solo el 10,8% de puestos en consejos de administración de las empresas que cotizan en el Ibex 35 están ocupados por mujeres, y eso que en los últimos siete años se ha pasando en España del 14% al 22% de puestos directivos ocupados por mujeres; pero tendremos que lamentarnos, puesto que ese 22% queda lejos del 50% que sería el propio de una situación de igualdad. O de un país, como el nuestro, donde el 60% de los titulados universitarios son ya mujeres.
Recordemos, la retribución media anual de un hombre es en España de 21.433 euros, mientras que la de la mujer se queda en los 16.110, lo cual supone una diferencia del 26%.
Esta desigualdad, económicamente discriminatoria durante la vida laboral, sigue siéndolo llegada la hora de la jubilación: el 22% de las mujeres mayores de 65 años corre el riesgo de caer en la pobreza en sus últimos años, mientras que entre los hombres el porcentaje es del 16%.
Como vemos, la desigualdad laboral y la conciliación son dos de los elementos que queremos poner de manifiesto este año.
UN RECONOCIMIENTO SINCERO A LA LABOR DE LA MUJER MAYOR.
Lo hago desde el conocimiento de los datos aportados en el día de ayer en el Congreso de Mujeres Mayores, celebrado en Madrid.
Lo hago desde el reconocimiento de lo que me ocurre día a día.
¿Qué papel desempeñan nuestras abuelas, nuestras personas mayores, hoy, en nuestra sociedad?
• Cuidado de los nietos: actualmente, tres de cada diez abuelas españolas dedican la mayor parte de su tiempo a cuidar de sus nietos, según el informe sobre las mayores de 65 años que ha elaborado el citado Ministerio de Igualdad.
• Cuidado de las personas dependientes: se estima que alrededor del 93% de los cuidadores familiares que reciben una paga de la Ley de Dependencia son mujeres. De ellas, sólo un 36% tienen menos de 65 años, según datos del Imserso.
• Se ocupan del hogar y de la familia en un 92,8%.
¿Qué dificultades tienen nuestras abuelas para sobrellevar estas nuevas tareas?
• La necesidad de conciliar no es exclusiva de las jóvenes ni de quienes tienen marido e hijos. Por ejemplo, una persona mayor de 65 años puede encontrarse en la situación de cuidar de su padre, de 90 años, y de su madre, de 88., que están prácticamente inválidos y necesitan atención constante. Y esta situación puede venir arrastrada desde muchos años antes.
¿Cuál es la situación de estas mujeres?
El 70,25% de los usuarios de los Servicios Sociales (residencias, Centros de Día, Viviendas de Mayores, teleasistencia, Ayuda a Domicilio….) son mujeres, que tienen una esperanza de vida de 84 años como media (siete más que los hombres).
CONCLUSION.-
Hoy se desarrollarán varias actividades conmemorativas que buscarán exaltar la labor de quienes son madres, hijas, esposas, amantes, compañeras, trabajadoras y amas de casa; todo en una misma persona.
En estos momentos en que algunos discuten los pilares del Estado de Bienestar es más necesario que nunca que reflexionemos sobre la manera de conseguir un modelo social más igualitario, más productivo y eficiente, que conlleve la disolución de las desigualdades entre hombres y mujeres.
Tenemos que tejer una nueva red de políticas sociales más acordes con la realidad social de las mujeres en nuestra actual sociedad y diseñar un nuevo catálogo de políticas públicas que generen más bienestar social y más empleo, que reduzcan los desequilibrios entre mujeres y hombres.
Olvidar el potencial y la fuerza de la incorporación laboral de las mujeres a un mercado de trabajo estable y de calidad, es conducir las reformas emprendidas al fracaso más absoluto y a la ruptura de la cohesión social.
Internacionalmente este 8 de marzo va a pivotar sobre el lema: La igualdad de acceso a la educación, la capacitación, la ciencia y la tecnología: el camino hacia un trabajo decente para la mujer.
Hemos logrado el reconocimiento formal de la participación de las mujeres en igualdad y en todos los ámbitos, pero la realidad es tozuda y seguimos arrastrando un gran desequilibrio en la participación y en la toma de decisiones.
Si no logramos que los hombres se conciencien y compartan las responsabilidades familiares, las mujeres seguiremos estando en clara desventaja, la igualdad real y efectiva pasa por la incorporación de las mujeres a un empleo de calidad en las mismas condiciones que los hombres, y ello exige un reparto igualitario de los asuntos domésticos y de los cuidados familiares.
La lucha por la igualdad debe completarse por la conquista entre hombres y mujeres de una verdadera corresponsabilidad que equilibre realmente las oportunidades.
La corresponsabilidad en lo privado y el empoderamiento en lo público son los instrumentos que nos permitirán remover positivamente las estructuras sociales condicionadas por siglos de mentalidad patriarcal, que aún, incluso está fuertemente asentado en algunas mujeres.
Sólo, entonces, podremos celebrar y no conmemorar este día.
Buenos días.