El Taller Provincial de Restauración rehabilitó el cuadro de Santa Rosalía de Palermo, pintado por David Teniers Junior en 1669. La obra, en mal estado, destaca por su iconografía detallada y simetría. El artista flamenco perteneció a una familia importante y la obra se cree donada por nobles flamencos a España.
El Taller Provincial de Restauración ha llevado a cabo durante el último año la rehabilitación del cuadro de Santa Rosalía de Palermo, una obra del artista flamenco David Teniers Junior fechada en 1669 y que se encontraba en el coro de la iglesia parroquial de Pineda Cigüela. Este lienzo tenía un muy mal estado de conservación y su actuación ha conllevado una gran complejidad debido en parte a las grandes dimensiones que tiene con casi tres metros de alto por dos de ancho.
La diputada de Patrimonio y Turismo, Mayte Megía, ha destacado el gran trabajo y profesionalidad del Taller Provincial de Restauración para acometer una rehabilitación de este tipo en una de las joyas que hay en la provincia. El autor de la pintura, David Teniers junior o David Teniers III (1638- 1685) fue un pintor flamenco que perteneció a una de las familias más importantes de la pintura de la época.
Destacó por su obra eclesiástica, retratos, escenas cotidianas y diseño de tapices que realizó principalmente en Flandes, donde según los análisis químicos realizados a la obra, fue pintada la Santa Rosalía conservada en Pineda de Cigüela. Aunque actualmente se desconoce cómo llegó a la iglesia parroquial, los restauradores creen que sería una donación de alguna familia noble de Flandes que trasladó parte de sus bienes a España.
Se trata de una representación de cuerpo entero de Santa Rosalía de Palermo, joven de la nobleza napolitana del siglo XII que se retiró a vivir como eremita a una cueva del monte Pellegrino donde murió a la edad de 26 años. Gracias a su intercesión, cuenta la leyenda que Palermo superó en 1624 una gran epidemia de peste.
El artista representa a la santa como una joven de rubia y larga cabellera, coronada con una guirnalda de rosas, en alusión a su nombre, y vistiendo un sencillo hábito religioso. Son numerosos los detalles iconográficos que acompañan a la imagen, dotando al cuadro de un rico significado: la rama de azucenas que porta junto al crucifijo, nos señalan la pureza y la religiosidad de la joven, que renunció a un matrimonio y vida de lujos, por una vida sencilla, de ahí su vestimenta y báculo del tipo usado por los peregrinos. Junto a sus pies descalzos, encontramos un acanto, planta que en la antigüedad clásica simbolizaba la vida eterna.
La composición es muy equilibrada y simétrica, dividida en dos partes verticalmente por el cayado de la santa y horizontalmente en tres espacios: en el inferior nos encontramos con la bahía de Palermo y su característico monte Pellegrino; el medio con un cielo de voluminosas nubes y en la parte superior, un águila despliega sus alas en una gloria celestial. Frente a otras representaciones cristianas en las que la paloma del Espíritu Santo suele coronar la escena, en este cuadro, el autor ha optado por dibujar un águila, emblema de la ciudad de Palermo desde los tiempos de Carlos I de España, lo que refuerza la iconografía de la santa pero también refuerza la figura de la corona real española en sus territorios italianos.
Por último, destacar el marco de época en negro con rocallas doradas en las esquinas, una tipología de marcos habitual a finales del s.XVII en Andalucía.