Durante estos quince días Rubalcaba se ha limitado a preparar el congreso del PSOE, con un mensaje dirigido a sus militantes, sin hacerlo siquiera a los simpatizantes que le votaron alguna vez, dándolos por imposibles. Con el paso de los días su único objetivo fue reafirmarse en el partido.
Este objetivo implica dar por perdidas las elecciones, y eso se refleja en que han abandonado la estrategia por la táctica: empezó con el vídeo de Rubalcaba de pequeño yendo al colegio privado, utilizó a González y Guerra, se la jugó todo a la carta del debate que perdió, y, tras ese fracaso, llegaron los micromítines, más forzado por la falta de asistentes y por la apatía en la campaña que por otra cosa, recordando los últimos golpes lanzados al aire de un boxeador sonado. Mientras, los barones del PSOE se iban posicionando de cara a la sucesión.
En función de ese tacticismo han tapado a Zapatero, el problema es que éste no se ha dedicado a aliviar los problemas financieros de España en una semana negra; todo un epílogo grotesco, dentro de unos últimos meses inanes, tras una legislatura trágica.
En resumen, tras los resultados de anoche, debemos eliminar el cliché de que los socialistas hacen mejores campañas; eso no es así siempre, más bien dependen de los candidatos que son muy diferentes entre ellos, así, mientras el Partido Popular apuesta por candidatos de perfil bajo y gestores, el PSOE ha variado más su propuesta y ésta ha tenido resultados diversos, dependiendo también de la coyuntura en la que se celebraron las elecciones. Por ejemplo, la frivolidad y la demagogia de Zapatero sólo resulta rentable en momentos de bonanza económica.
Esta idea preconcebida, ha sido utilizada a lo largo de la campaña, ejemplificada cínicamente por Felipe González, diciendo que en sus últimas elecciones les faltaron dos telediarios (reconociendo implícitamente que los manipulaban ellos).
El problema es que el voto del miedo pudo tener efecto en esa época cuando se desconocía el bagaje del PP; ahora, tras 8 años de gobierno, no sólo no se les teme sino que se les añora.
Otra idea que hay que desechar es la de tratar a los electores como inmaduros.
Tras una participación bastante correcta, podemos concluir que éstos ni se desmovilizan porque lo ven ganado ni lo hacen porque su partido vaya a perder; creo que habría que abrir el debate sobre elementos en nuestra legislación electoral como la jornada de reflexión (que sólo sirve para saltársela) y la utilización de las encuestas en la última semana que no tiene sentido en el mundo que el que vivimos.
En todo caso, teníamos ganas de votar, hacía mucho tiempo que queríamos hacerlo; el último tributo nefasto que hizo Zapatero a nuestro país fue el de anunciar las elecciones para esta fecha, tras ello España entró en un período de hibernación del que no se saldrá hasta Enero del año que viene, cuánto tiempo se ha perdido, cuántas personas se habrán quedado en paro en un goteo constante y trágico. Seis meses de inacción mientras Europa se la juega, sólo para evitar la desintegración de su partido, que a la postre se ha producido.
Pero ahora toca mirar al futuro; los ciudadanos hemos dado un aval al PP, pero no es suficiente, debemos darnos cuenta de que tiene que cambiar nuestra forma de vernos a nosotros mismos y al mundo, de buscar nuestro sitio, que todo lo que teníamos preconcebido está obsoleto, que en Europa hay formas distintas de enfrentarse a problemas que aquí son lacras, como el paro, el Estado del Bienestar o la falta de competitividad.
No tenemos un minuto que perder.
Pablo Muñoz Miranzo
Twitter: @pmmiranzo