No soy una profesional de la salud, pero sí una ciudadana y usuaria del sistema sanitario público del que me siento tremendamente orgullosa y por ello dispuesta a defenderlo con todo mi ser, ya que lo vivo como una exigencia moral, pues creo firmemente en su sostenibilidad, calidad, equidad y eficiencia.
Permítanme que les transmita algunos datos para la reflexión encontrados en un artículo de Marciano Sánchez Bayle:
- Nuestro gasto sanitario se encuentra por debajo de la media de la OCDE, muy lejos de los países que lo encabezan, y con un alto grado de eficiencia, al menos considerando como resultado la esperanza de vida de la población.
- También llama la atención que se quieran imponer medidas como el copago que ya se está utilizando en países con mayor gasto sanitario y peores resultados en salud, y que por supuesto tiene un impacto tan negativo sobre la equidad, ya que penaliza a las personas más pobres y más enfermas, y más aún cuando esta medida se propugna en medio de una crisis con cada vez más parados y que no se prevé que dejen de serlo a corto plazo.
No obstante, todos sabemos que nuestro sistema sanitario tiene claros problemas:
- Un gasto farmacéutico muy elevado (aunque no se conoce con certeza ya que las comunidades autónomas no hacen público el gasto hospitalario que es el que más crece)
- Una creciente privatización que hipoteca a las administraciones públicas durante periodos muy largos de tiempo con costes muy por encima de los del sistema público.
- La sobreutilización tecnológica, aparte de una gran descoordinación en las actuaciones.
Ante estos problemas, ¿cómo se podría mejorar el mantenimiento de la sanidad pública? Cumpliendo todos los compromisos que los políticos prometen cuando necesitan nuestros votos y que algunos olvidan al día siguiente:
- Información y transparencia. Los servicios públicos los pagamos todos y tenemos derecho a una información veraz y detallada sobre su funcionamiento.
- Financiación adecuada. Financiación acorde con sus compromisos con la población y sus necesidades, con fines bien clarificados que garanticen que los fondos que se destinan a sanidad cumplan realmente estos fines.
- Políticas comunes y coordinadas que eviten diferencias de prestaciones según qué comunidad autónoma y discriminación de algunos colectivos.
- ¡No a las privatizaciones! Hay que definir con claridad el modelo público de sanidad y paralizar el desvío masivo de fondos públicos y las concesiones a la empresa privada.
- Control del gasto farmacéutico estableciendo sistemas de información independientes y de calidad a los profesionales, el incremento de la utilización de medicamentos genéricos y el control de la industria farmacéutica y sus influencias sobre los profesionales sanitarios.
- Evaluación de la utilización de la tecnología. Política continuada y sostenible de adquisiciones de alta tecnología.
- Política de personal para que se sientan implicados y comprometidos con el sistema de salud.
Ahora el mayor riesgo para la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud está en quienes se empeñan en impulsar medidas que van contra sus valores esenciales: accesibilidad, gratuidad en el momento del uso y excelencia clínica.
Y tras estas reflexiones globales, bajo a la “arena política”, al día a día de nuestra ciudad, y me pregunto: ¿Qué está pasando en el Hospital ‘Virgen de la Luz’? ¿Es posible que un centro hospitalario que oferta una atención de calidad nos lo quieran desmoronar de pronto?
Señor gerente: No admitimos sus engaños de “optimización de camas”, “sin afectar a la calidad”, y sin atreverse a decir claramente que ha cerrado una planta, que según he leído su ocupación media anual supera el 90%. ¿Cree usted que, aunque vivamos en una pequeña ciudad, somos tontos? ¿Piensa que no nos daremos cuenta de que meter una cama más en una habitación ya de por sí pequeña para dos camas no es optimizar sino hacinar a personas que además están enfermas? No nos falte al respeto diciéndonos que su decisión no afecta a la calidad. ¿Cómo cree que nos sentiremos en verano tan “calentitos” y “deshidratados”?
Me da la impresión de que gestiona como si este Hospital fuera ya privado y solamente importaran los datos económicos pero, señor, no tener en cuenta a las personas seguramente le generarán otros gastos añadidos como la prolongación de la estancia hospitalaria, ya que seguramente sus decisiones no van a facilitar la resolución adecuada de la enfermedad.
¿Qué más objetivos económicos tiene planteados? ¿Optimizará más camas? ¿Eliminará servicios asistenciales en pro de la calidad? ¿Nos hará desplazarnos a otros hospitales para recibir un tratamiento que hasta ahora podíamos recibir aquí? ¿O quizá haya otros objetivos nada transparentes elaborados en Toledo para seguir propiciando la privatización?
Exigimos información y transparencia, ya que como decía al inicio, los servicios públicos los pagamos todos, y usted nos debe información clara y valiente, sin maquillajes, porque aunque usted lo piense no nos engaña.
Señores políticos: No es una cuestión económica, es una cuestión política decidir si la sanidad es sostenible en este país y en mi ciudad.
Defendamos juntos la sanidad pública, por favor.
Rosa G.M.