"Muchas veces en estos 18 mese, hemos temido esta decisión y ha estado siempre presente en nuestras pesadillas". Así se ha expresado María Andrés, una bióloga y portavoz de la Plataforma Contra el Cementerio Nuclear. Ella, con su pareja viven Villares en una granja a 10 km de Villar de Cañas.
María está terminando una quesería, dentro de un proyecto de vida vinculada a la agroecología. Es una representante de lo que se ha dado en llamar los "neorurales". Dispone, desde hace tres años, de cabras de leche que gestiona en régimen extensivo y de la forma más natural y, como ella misma dice, "como siempre se ha hecho en esta zona, hasta que se impusieron las técnicas químicas de la agroindustria".
Los planes de futuro pasaban por el crecimiento del negocio y la constitución de una cooperativa que se estaba (en estas navidades) negociando con otros 3 amigos. Las perspectivas eran muy positivas dadas las alianzas existentes con un grupo de consumidores de agricultura ecológica, constituida en Cuenca, denominada "Pisto" y con más de 40 familias como socias.
"Mi granja es sólo un ejemplo de lo rica que es esta tierra y demuestra que sí se puede vivir de forma sostenible y respetando los ciclos de la naturaleza" dice Andrés. "El entorno de Villar de Cañas es (desde el punto de vista agrícola) el más rico de la provincia, con buenas prácticas, podría ser el granero de miles de familias. Pero ahora se ha truncado el futuro de esta tierra, un cementerio nuclear representa todo lo contrario al desarrollo sostenible".
Ahora su situación y la de su granja está en el aire. "No sabemos que vamos a hacer. Esto ha sido un palo tremendo teniendo en cuenta que en esta provincia nos hemos librado de las instalaciones nucleares. Ahora la provincia de Cuenca estará vinculada para siempre a la industria nuclear, no sería de extrañar que muchas personas se vayan o que cambien de planes".
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