Entre junio y septiembre de 2010, Zapatero pone en marcha una reforma laboral sin precedentes. Contra ella convocarán los sindicatos una huelga general.
En mayo del año siguiente, 2011, las medidas del gobierno del PSOE y la tibia respuesta de los sindicatos mayoritarios provocan una irrupción de la multitud democrática en el espacio público. Es el 15 M. Nada en la política de este país volverá a ser como antes.
En agosto de 2011, PSOE y PP se ponen de acuerdo para cambiar la constitución de modo que el pago de la deuda sea prioritario sobre cualquier otra necesidad.
En noviembre de 2011, el PP gana las elecciones generales con un programa anti-ajuste que incumplirá sistemáticamente.
Desde 2008, el rescate bancario va convirtiendo, como por arte de magia, la deuda de los bancos en deuda de los españoles.
No se puede decir de otra manera. Las acciones decisivas de los últimos gobiernos del PSOE y el PP han estado dirigidas por presiones completamente ajenas a la voluntad popular. Estuvieron dirigidas en un principio por la presiones directas de los llamados “mercados financieros” a través de las calificaciones crediticias y el aumento de la prima de riesgo. Y continuaron marcadas por los ajustes impuestos por la Troika (CE, BCE, FMI), a cambio de la ayuda para el rescate bancario, y por la no intervención del Banco Central Europeo. El BCE ha operado en todo momento al servicio de las entidades financieras quebradas. Les ha vendido dinero a un interés muy por debajo del de la deuda pública que luego compraban. De este modo han conseguido enormes ingresos a costa de los sacrificios de la gente.
En los últimos cinco años, incluso si medimos el poder popular con el más laxo de los criterios democráticos, no ha sido el pueblo el que ha mandado aquí. La soberanía popular ha estado intervenida. La única política que han puesto en práctica los partidos en el gobierno es aquella que encajaba en el marco de las directrices establecidas por la Troika. Pero la Troika no exige reformas fiscales para que paguen más los que más tienen, ni impone luchar contra el fraude fiscal, ni demanda democratizar las instituciones. La Troika requiere que la crisis financiera la paguen las clases populares, la mayoría de la población con menos recursos, la gente. Como ha sucedido siempre en la historia, cuando el pueblo no manda, sólo puede esperar verse sometido.
Pero, el pueblo no está inerme. Puede defender sus derechos de muchas maneras y, en efecto, eso hace. Todos los días decidimos entre el sí se puede y el no se puede. Aunque unos días son más determinantes que otros.
Aurelio Sainz
Podemos Cuenca