La cocina está de moda en gran parte por el auge de los programas televisivos que han hecho despertar la vena culinaria a muchos. Pero a los fogones les precede una antesala de la que ‘cocinillas’ o no todos han sido partícipes alguna vez. Y es que quién no se ha preguntado en alguna ocasión ¿qué gusta a los consumidores y por qué?, ¿cuáles son los alimentos más nutritivos y saludables?, ¿cuáles son las propiedades que hacen que los alimentos sean seguros, saludables y apetitosos? o ¿qué hace que una comida pueda conservarse durante semanas o meses?
A todas ellas, y otras más, han encontrado respuesta las ocho alumnas de 4º de Educación Secundaria Obligatoria y 1º de Bachillerato que durante una semana han participado en el Campus Científico de Verano ‘Conoce los alimentos: sus propiedades y cómo se fabrican’, uno de los cuatro con los que la Universidad de Castilla-La Mancha, a través de su Campus de Excelencia Internacional –CyTEMA–, participa por primera vez en esta iniciativa impulsada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (MECD), en colaboración con la Obra Social La Caixa.
Una experiencia, en palabras de la coordinadora del programa y catedrática de la Facultad de Ciencias y Tecnologías Químicas Amparo Salvador, “muy gratificante”, y por la que decidió apostar dada la importancia económica y social que la industria agroalimentaria tiene en Castilla-La Mancha, principalmente a través de sus productos estrellas: mosto-vino, aceite y quesos; y porque los laboratorios de la UCLM “nos ofrecen la oportunidad de enseñar a otros, en este caso jóvenes preuniversitarios con un expediente académico muy bueno e interesados por la ciencia y la tecnología, a reconocer la calidad de los productos que consumimos, su composición y propiedades, así como su proceso de fabricación con unos estándares de calidad y seguridad”.
Precisamente, la motivación de los participantes en el programa es lo que facilita al profesorado la realización de su trabajo. “Son muy preguntones, se interesan por todo”, explica la profesora Salvador al término de una clase introductoria a una sesión práctica de evaluación sensorial de alimentos, a través del reconocimiento de olores, sabores y texturas. A ellas se han sumado otras en las que han podido utilizar un telescopio, han realizado procesos de fermentación de levaduras o han analizado el valor nutricional de los alimentos que consumen y que les ha permitido conocer si el menú que acaban de ingerir es o no saludable.
“Es más de lo que esperaba” de este campus una sus ocho participantes, Ana Pomer, una joven de 16 años que llegó a Ciudad Real desde el Puerto de Sagunto (Valencia), con una nota media de 10 y dispuesta a definir a qué quiere dedicarse en el futuro, pues a un año de ingresar en la Universidad aún baraja dos opciones: Ciencia y Tecnología de los Alimentos o Biotecnología.
Para Ana Pomer el campus está resultando una buena oportunidad para “absorber cuestiones muy interesantes, en las que no hemos podido profundizar en el instituto, y sentir la ciencia y el mundo universitario como algo cercano”; pero también para “conocer a nuevos compañeros con los que me une el interés por la ciencia, enriquecerme personalmente y crecer en autonomía”.
Las compañeras de Ana comparten con ella sus palabras, con las que, y quizás sin saberlo, acaba de reflejar los objetivos generales de un programa nacional que muchos ya conocen como ‘campamentos científicos” y que no es otro que despertar la vocación científica, tecnológica e innovadora de los preuniversitarios y entrar en contacto directo con la labor investigadora que se desarrolla en la Universidad.
“Estamos trabajando con investigadores en potencia”, dice Amparo Salvador, quien confía en que ello se traduzca en “nuevas vocaciones científicas” y “lleguen a detectar que realmente merece la pena estudiar ciencia y tecnología en la Universidad”.
La joven Ana no necesita planteárselo, lo tiene claro. “La ciencia rodea nuestro día a día y es imprescindible para nuestro progreso, entonces ¿por qué no investigar para mejorar?”
Tras una semana de intenso trabajo, combinado con visitas a industrias queseras (Don Ismael en Malagón y Villadiego en Poblete), bodegas y almazaras (Cooperativa Montes Norte de Malagón y Olivar del Valle de Bolaños), Ana y el resto de compañeras llegadas de Valencia, Canarias, Galicia y Andalucía regresaron a sus lugares de origen con la mochila cargada de “mucha más ilusión” de la que llegaron a Ciudad Real y pasaron el testigo a los próximos alumnos que disfrutarán de su misma experiencia a lo largo de las tres semanas más que se repita el campus.