Pero no crean que mi desesperación está motivada por el hecho de que me toquen el bolsillo, no van por ahí los tiros, guárdense sus ataques funcionariles a buen recaudo. Los que me conocen saben que, la primera vez que redujeron mi sueldo, afirmé a los cuatro vientos que no me hubiera importado que me quitaran el doble si, con ello, conseguíamos beneficio para todos. Tengo tan pocos vicios como virtudes, me quedaban un par de agujeros en el cinturón y no me importaba utilizarlos.
Sin embargo, hoy en día empiezo a desilusionarme con estas medidas. Mis críticas están dirigidas por el simple hecho de que éstas no ayudan a reducir las diferencias entre los más ricos y los más pobres, sino que, por el contrario, las aumentan. No me duele el bolsillo, me duele España.
La crisis nos está dejando como a los caballos de los picadores, sólo vemos lo que nos dejan ver. Si lo que buscamos es mejorar la calidad de vida, no se trata de conseguir incrementar, sin más, los ingresos nacionales o autonómicos. El secreto, queridos políticos, está en conseguirlo mediante la reducción de las diferencias entre personas. Llegando a ser pedante, les diría que lo que hay que hacer es, simplemente, conseguir que los ricos ganen menos y los pobres ganen más.
En este sentido tengo a bien recomendarles una excelente conferencia TED, estoy seguro de que muchos recordarán que hace poco tuvimos un TEDxCuenca, en la que el señor Richard Wilkinson nos demuestra cómo, estadísticamente hablando, las desigualdades entre individuos perjudican a la sociedad en general (http://www.ted.com/talks/richard_wilkinson.html)
Este objetivo se puede hacer, principalmente, a través de dos iniciativas que, además, son complementarias: 1) Reducir la diferencia de los salarios de partida de ricos y pobres, es decir, que no exista tanta diferencia entre lo que cobra un rico y lo que cobra un pobre, y 2) Mejorar el sistema de impuestos para que el que cobre más pague más y el que cobre menos pague menos.
Entenderán mi desilusión, frustración y desesperación cuando observo que, una y otra vez, las medidas emprendidas ayudan a incrementar la diferencia entre individuos y, por lo tanto, perjudican a esa sociedad del bienestar que tenemos en cuidados intensivos.
Los que tienen están de enhorabuena: ¡Europa está de rebajas! Lástima que a la fiesta sólo estén invitados unos pocos. Es irónico pensar que los que están invitados son los que más culpa tienen de la situación en la que nos encontramos. Indignante, ¿verdad?
Ya es la segunda vez que recortan los sueldos de los empleados públicos. Espero que pronto comprendan que no nos quedan más mejillas que ofrecer. ¿Nos bajamos ya los pantalones para ir poniendo el culo para la próxima? o, por el contrario, a la tercera va la vencida y algún día veremos cómo las propuestas van encaminadas a hacer más equitativa esta sociedad en la que justos -y pobres- pagan por pecadores -y ricos-
Y que conste que lo del culo lo digo porque, después del par de tortas que nos hemos llevado, lo suyo sería ponerlo para recibir, al menos, un par de azotes más en cada glúteo. No sean mal pensados, que para eso ya estoy yo.
José Luis González Geraldo
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