Lo de la defensa del ferrocarril convencional en Cuenca empieza a tener el mismo aspecto de engaño a la buena fe de los conquenses que insulta a la inteligencia y desmerece a todas luces la indulgencia de esta tierra con sus gobernantes.
La normal controversia política entre los dos partidos de gobierno ha sido utilizada a mi entender en Cuenca como coartada, como cortina de humo, para esconder un acuerdo de facto entre ambos dos, a saber: cuando gobiernan y deciden desde el ministerio de fomento se olvidan del ferrocarril por Cuenca con la misma y pasmosa facilidad con que recobran una inquebrantable fe en su defensa cuando pasan a la oposición.
Esto pensaba este verano viendo los fuegos de artificio en presunta defensa del ferrocarril, pero he esperado a ponerlo negro sobre blanco a contar con una prueba definitiva, la del nueve, la del algodón que no engaña, la de la imagen que vale más que mil palabras y que mil engaños.
En la foto aparecen el ministro de Fomento y los presidentes/as autonómicos de Castilla-La Mancha, Andalucía, Aragón, Madrid y Extremadura. De seis gobernantes, dos del PSOE y cuatro del PP, y no por ello han dejado de posar para la posteridad con amplia sonrisa que enmarca un acuerdo histórico, como el de reforma de la Constitución.
Y el acuerdo tiene que ver con la financiación europea de los grandes ejes ibéricos que conformarán el futuro del transporte de mercancías por ferrocarril, con la mira puesta en 2030, y una financiación de 21.000 millones de euros, que se dice pronto.
Como era de esperar, en esta tierra de la piel de toro, todos los territorios, excepto Cuenca que es única, velaban armas de cara al reparto de un sector tan prometedor como este, pues no debemos olvidar que, solo para alcanzar la media europea actual, la cuota del ferrocarril en el transporte de mercancías tiene que aumentar veinte puntos. Mientras Cuenca se deshacía en falsos y vacuos pronunciamientos a favor del ferrocarril, los demás tomaban posiciones para conseguir sus objetivos.
La prueba está en la foto, son gobernantes del máximo nivel de uno y otro partido, y de nuevo se han olvidado de Cuenca, precisamente ahora que empieza la fiesta del ferrocarril, ahora que se trata de decidir el futuro de un sector económico del que se va a excluir a Cuenca como en el pasado, lastrando de nuevo, ahora como antes, su desarrollo. Porque el abandono de la línea Madrid-Valencia por Cuenca es uno de los argumentos del fracaso colectivo de esta tierra en el siglo XX y por el momento no parece que haya reconocimiento del pecado, ni acto de contricción ni, mucho menos, propósito de enmienda.
La decisión sobre los corredores ferroviarios prioritarios para la financiación europea es tan trascendental para el futuro desarrollo del país, menos para Cuenca evidentemente, que, como no podía ser de otra manera, se ha optado por financiar los dos corredores en la península, el central y el mediterráneo, de forma que ningún territorio se sienta discriminado, menos Cuenca, que ya tiene costumbre y que con celebrar festivales veraniegos en defensa de un futuro imaginario de un ferrocarril decadente ya tiene bastante.
Desde Cuenca, situada en la línea de ferrocarril que une Madrid y Valencia por el camino más corto, no deberíamos olvidar que Valencia es un puerto estratégico de alto potencial de crecimiento gracias al corredor mediterráneo impulsado por el consorcio privado Ferrmed, y que Madrid verá incrementada su centralidad a través del corredor central conocido como eje 16.
Realmente el corredor central ya figuraba en los planes de inversiones de la UE, de lo que se trataba por tanto era de no excluir el corredor mediterráneo que, por otra parte, será el primero en estar operativo en su totalidad porque es el que requiere menos inversión.
A favor del corredor central: Extremadura, Castilla-La Mancha (por Puertollano), Madrid y Aragón, a favor del mediterráneo: Cataluña y Valencia. Andalucía es neutral porque el puerto de Algeciras tiene salida por ambos dos. Se me olvidaba el titular de la foto: “El Gobierno defiende la coexistencia de los ejes mediterráneo y central”.
Y Cuenca de nuevo excluida, a medio camino entre Madrid y Valencia, con una vía férrea ya construida, en el itinerario más corto, la provincia más necesitada que ninguna otra de ese desarrollo económico que viene a lomos (raíles) del transporte de mercancías por ferrocarril.
La única pieza que no cuadra en este puzle de abandono programado de la línea de Cuenca, de obsolescencia deliberada, es la inversión de reparación que Adif está realizando en diversos tramos con vistas a permitir el desplazamiento de convoyes diesel de gran longitud y marcha lenta. La pieza encaja perfectamente si entendemos que Adif reserva la línea por Cuenca para transporte de mercancías molestas cuando no nocivas.
Porque debemos entender que hay dos tipos de transporte por ferrocarril, uno es el de contenedores, que es el que todos codician, el que provoca la sonrisa para la historia de los gobernantes que aparecen en la foto, porque es el que articula el modelo multimodal tren- puerto- carretera. El otro es el de graneles y mercancía molestas, o nocivas, o peligrosas, también el de residuos.
A estas alturas de la película, los conquenses deberíamos tener una voz única en la verdadera defensa del ferrocarril convencional, y exigir que los partidos que nos representan adopten también una posición común, a poder ser en los siguientes términos:
Primero. Se acabaron las tomaduras de pelo, se acabaron las defensas vacías y las fatuas proclamas. Sabemos que es ahora cuando se decide el futuro del ferrocarril de mercancías para los próximos veinte años en España y Europa. Queremos ver la foto de gobernantes satisfechos por acordar las necesarias inversiones en la línea de Cuenca para su efectiva incorporación al futuro desarrollo logístico del país.
Segundo. Si lo anterior no se cumple, no mañana o en un futuro, ahora, debemos exigir el cierre de la línea, porque sería lamentable que, como el trasvase, se convirtiera en otra herida en la dignidad de esta tierra, en forma de infraestructura que atraviesa Cuenca en beneficio de los extremos y en perjuicio de los conquenses.
Tercero. Si Cuenca queda definitivamente excluida de este sector clave para el desarrollo económico y la prosperidad de los territorios, la vía de ferrocarril debe convertirse en vía verde, de forma que, como mal menor, la infraestructura se ponga en valor para el desarrollo del sector turístico provincial.
Clausula de salvaguardia. Si todo lo anterior no tiene sentido, o no es posible, o resulta inconveniente, por favor, que el próximo verano nos ahorren cuando menos el lamentable espectáculo de una vacía defensa del ferrocarril, para que los conquenses podamos sobrellevar la grave discriminación y la renovada impotencia colectiva en silencio y con un resto de dignidad.
Jesús Neira Guzmán