Nuestra sociedad, la que construimos y destruimos los hombres y mujeres cada día, necesita palpar ese extraño bulto que, desde tiempos inmemoriales, convive con nosotros y que, no sé si hoy más grande o más pequeño que antes, cada vez hace más daño al cuerpo que lo porta. Porque ese cuerpo, la sociedad, ya lo ha localizado y sabe que no debe estar ahí y que cada día que pasa con él es una carga insufrible y un riesgo para la salud, en general, y para la zona afectada en particular.
Sin duda, los problemas complejos tienen complejas soluciones y estas, por desgracia, llevan tiempo hasta alcanzar su objetivo. Pero debemos dar pasos hacia delante y no hacia atrás. Esperemos que, tras este macabro día de violencia machista, empecemos a comprender que no se puede relativizar el machismo ni las actitudes machistas como sucede en no pocas ocasiones. No lo consintamos. Si sucede en la televisión cambiemos de canal y si lo hace en nuestro círculo de amigos o familiares corrijamos la actitud. Sé que puede ser insuficiente en sí misma esta cuestión, pero me parece increíble que algunos prefieran seguir poniendo el acento en lo secundario y no en lo principal: que se asesinen a decenas de mujeres a lo largo de un año y que se maltrate, veje o viole a innumerables.
Y es que la realidad es que la violencia de género aumenta en nuestro país (como indica la propia encuesta del Gobierno realizada a tales efectos) o remarca el Consejo General del Poder Judicial que, además, deja claro que hoy se denuncia menos que hace apenas cuatro años. Y estas cuestiones, como indicaba arriba, no son suposiciones ni posibles, ni tampoco un tal vez ni un acto inevitable. No podemos acostumbrarnos a convivir con tales circunstancias, sino que debemos “echar el resto” en medios materiales y humanos, hoy reducidos, y jamás relativizar el problema.
Más fondos, reducidos en los últimos años, y más educación. ¿Para cuándo la vuelta de educación para la ciudadanía con estas y otras cuestiones? La escuela es un lugar básico para luchar contra las actitudes machistas e incluso, con los medios suficientes, localizarlas y apagarlas en edades donde, por desgracia, ya empiezan a producirse (y reproducirse). Por cierto, mayor lucha contra esta lacra que debe ser conjunta, sin rémoras ni reparos partidistas, y unísona.
Jacobo Medianero Millán