Esta investigación es fruto de un trabajo de más de cinco años de seguimiento a pacientes con trastorno bipolar del Área Integrada de Cuenca.
En este sentido, ha subrayado que “es muy difícil hacer un seguimiento durante cinco años a un paciente bipolar; pero Cuenca es un sitio ideal al tener una población muy estable que cambia muy poco de residencia.” Actualmente hay muy pocos trabajos en el mundo en los que se analice, durante un amplio periodo de seguimiento, estos aspectos del trastorno bipolar.
Según los datos facilitados por este servicio, se estima que en la provincia de Cuenca puede haber unos 2.000 pacientes afectados por trastorno bipolar, incluyendo los dos subtipos, el I y II.
Aunque posiblemente, dadas las dificultades diagnósticas que entraña esta patología, un porcentaje considerable de los mismos no se encuentren en tratamiento. Cada año se suelen diagnosticar unos 75 nuevos casos.
Por otra parte, ha recordado que el servicio de Salud Mental del Hospital de Cuenca lleva más de dos años trabajando en un proyecto europeo con la mayor muestra del mundo sobre esquizofrenia, en el que se examina la interacción entre genes y ambiente en la enfermedad mental grave. También están participando en este estudio el Hospital Gregorio Marañón de Madrid y los hospitales clínicos de Valencia, Barcelona, Santiago de Compostela y Oviedo.
El trastorno afectivo bipolar
El ‘trastorno afectivo bipolar’ (TAB), también conocido como ‘trastorno bipolar’ se caracteriza por la presencia de uno o más episodios en los que el paciente experimenta unos niveles anormalmente elevados de energía que se acompañan de euforia, irritabilidad, elaboración de nuevos planes, disminución de la necesidad de dormir y que pueden conllevar consecuencias relevantes para la vida del individuo afectado.
Estos episodios se alternan con otros claramente depresivos. Cuando el paciente se encuentra estabilizado se considera que está en fase eutímica. Es una patología que afecta a un 1-1.5% de la población y tiene la misma incidencia en varones que en mujeres, la edad media de aparición suele ser a los 30 años.
Es una enfermedad compleja y difícil de diagnosticar y supone uno de los principales retos a los que se enfrenta la Psiquiatría, ya que se asocia a un alto grado de deterioro en diferentes aspectos de la vida del individuo: relaciones interpersonales, capacidad para el desempeño de una actividad laboral, etc.
Incluso en los periodos de estabilidad, un porcentaje considerable de los pacientes presentan afectación en áreas cognitivas (fundamentalmente de memoria) lo que aumenta los niveles de discapacidad de estos enfermos.