La semana pasada se anunciaba con un folio en la puerta de la antigua Iglesia de San Pablo que el Espacio Torner cerraba temporalmente. Cierre que puede ser definitivo en breve si las administraciones no resuelven una pronta solución al problema financiero que arrastra el centro cultural. Y es que el Ayuntamiento conquense ha reconocido que no puede afrontar por ahora la deuda pendiente de 105.000 euros que tiene con la fundación, situación que tiene como colofón la presentación de un expediente de regulación de empleo temporal. La Diputación provincial ha salido rápidamente a decir que ellos sí han abonado la cantidad anual acordada con la entidad.
El espacio estará cerrado temporalmente cuatro meses y si su situación no se soluciona el cierre será definitivo, con el perjuicio que eso acarreará para una ciudad eminentemente cultural como lo es Cuenca, algo que, a mi juicio, no se puede permitir una ciudad que tiene como gran fuente de ingresos el turismo cultural como ya hemos apuntado. La displicencia mostrada por las administraciones, tanto Ayuntamiento como Comunidad Autónoma o el Ministerio de Cultura, el cual mostró un gran apoyo inicial que en la actualidad parece haberse diluido, para resolver esta situación que viene ya de largo es preocupante, pese a la grave situación económica en la que nos encontramos y los esfuerzos particulares que se ha sumado para intentar evitar la situación catastrófica de la fundación.
Insisto, una ciudad que basa una gran parte de su riqueza en la cultura no puede permitirse cerrar un espacio del calibre y la potencialidad del Espacio Torner. Y no solamente por que el espacio sirva de reclamo turístico, que ya de por sí es una razón de peso, sino por que a su vez es un lugar de estudio e investigación de un artista relevante como es Gustavo Torner, así como de una parte importante de la historia artística reciente de nuestra ciudad, y por ende, país.
A su vez esta situación debería hacernos reflexionar si en este país se ha producido una especie de burbuja cultural que nos ha empujado a un sinsentido de crear inmensos complejos culturales y museos sin un plan estratégico global de infraestructuras que permitiera la coherencia y la supervivencia de estas instituciones a largo plazo.
Quizá esta sea la lección más importante que podemos extraer de la crisis con respecto a al cultura. Es necesaria una adecuada planificación para poder sustentar y sostener una imprescindible red cultural que reporte todos los beneficios de utilidad y prestigio que aportan las instituciones culturales como pueden ser los museos. Pero esta planificación debe de estar adaptada a las necesidades reales de la ciudadanía y la ciudad para que no se queden en polvorientos lugares en semi-desuso que hipotecan el futuro de otros espacios o acciones o planes culturales debido al coste económico de su mantenimiento.
Por eso es imprescindible que se llegue a una solución planificada y consensuada que permita la supervivencia de un lugar tan especial como el Espacio Torner y que no ocurra lo que ha pasado con el “Bosque de acero”, infraestructura que representa en Cuenca esta mala gestión y cuya infrautilización es más que patente desde que se inauguró.
Ojalá se resuelva positivamente esta lamentable situación y el cierre temporal del Espacio Torner, sea solamente eso, un cierre temporal.
Ruth García