Que el experimento conquense salió mal desde el inicio sería incurrir en la mentira. La sorpresa trajo desorientación y el Ciudad Encantada llegó al ecuador de la primera parte por delante en el marcador (9-10). Si Joli no podía seguir el ritmo marcado por Paván en la lucha por convertirse en el máximo artillero de la Asobal, ya estaba Nikcevic para arrancar la moto por la banda y ponerse al nivel del ciclón cubano. Soberbio el partido del balcánico, que en la primera parte ya había metido en su cesta seis goles (ocho en total). Cada día que pasa sin renovar, el caramelo balcánico es un poco más dulce para los paladares más golosos que pretenden saborearle. La igualdad de la batalla de las Castillas se mantuvo mientras Nikcevic quiso. El extremo se alió con Gurbindo, que volvió a dar fogonazos de la luz que atesora y fulminó a un inspirado Kappelin.
En defensa, los artificieros amarillos sufrieron mucho para desactivar a la bomba caribeña. Krivokapic se encargó del marcaje de Paván. Los problemas para frenar sus embestidas eran evidentes, pero la primera vez que la retaguardia del Cuatro Rayas consiguió ponerle freno, trajo consigo la primera ventaja vallisoletana en el minuto 20. 12-11 en el luminoso y una escalada que elevó a los locales hasta el 17-14. Un tiempo muerto de Zupo, bien entendido por su banquillo volvió a aderezar el partido con pimienta. El conjunto conquense se colocó un gol por debajo en el marcador (19-18) y 30 minutos por delante para cocinar la sorpresa.
Tras el tiempo de descanso, el Ciudad Encantada no apareció. No al menos con la misma figura correosa y peleona con que lo había hecho en el primer periodo. En el momento en el que la defensa vallisoletana tomó la medida a Paván, el Rey de La Habana se desinfló, y con él se produjo un efecto dominó que afectó al resto de jugadores. Poco a poco, las distancias se iban alejando. El Ciudad Encantada veía cómo su esfuerzo se quedaba inocuo, igual que los ocho tantos materializados por el máximo goleador de la Asobal, y el Cuatro Rayas empezaba a descansar del estilo guerrillero y valiente de su rival. La distancia máxima en un parcial llegó a diez minutos del final. Seis goles separaban a ambos rivales (31-25). El equipo de Pastor dejaba el partido listo para sentencia, pero los invitados no tenían en sus planes bajar los brazos y maquillaron levemente el marcador, diciendo la última palabra, para disgusto de César Pérez, que vivió su debut con el primer equipo del Cuatro Rayas, a poco más de un minuto para finalizar el partido.
El 32-27 final es la rúbrica de un gran partido de balonmano. Un espectáculo digno de cualquier gran competición, que lamentablemente no se podrá repetir en la Copa del Rey, donde los vallisoletanos empiezan el miércoles su andadura.
Ficha Técnica:
32 - Cuatro Rayas Valladolid (19+13): Sierra (César Pérez, ps), Asier Antonio (4), Víctor Alonso (1), Krivokapic (3), Gurbindo (7), Cutura (4), Nikcevic (8), Ángel Romero (1), Ávila (-), Joli (4,1p), Eilert (-) y Megías (-).
27 - BM Ciudad Encantada (18+11): Kappelin (De Hita, ps), Gastón (1), Mendoza (4), Paván (8), Juanjo Fernández (3), Georgescu (3), Ángel Pérez (2), Sabonis (4), Gamuz (-), Juan Pablo Fernández (1p), Cibulskis (-), Simonet (1) y Bernardo (-).
Parcial cada cinco minutos: 4-4, 7-8, 9-10, 12-11, 17-14 y 19-18 –Descanso- 22-20, 25-21, 27-22, 29-24, 31-25 y 32-27.
Árbitros: Alberto Ballano Dueñas (Federación catalana) y Juan Jesús Belloso Pérez (Federación navarra). Excluyeron dos minutos a Asier Antonio (min.23 y 57) y Ávila (min.29 y 56), del Cuatro Rayas , y a Juanjo Fernández (min.17), Cibulskis (min.40) y Bernardo (min.52), del Ciudad Encantada.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la vigésima jornada de la Liga Asobal disputado en el polideportivo Huerta del Rey ante unos 1.500 espectadores
Guillermo Sanz /www.valladoliddeporte.es