Los investigadores y técnicos coinciden en reconocer que es insólito que habiendo poblaciones estables de lince ibérico reproduciéndose en el norte de Jaén y Córdoba, éstas no terminen de ampliar su distribución a terrenos colindantes de la provincia de Ciudad Real y al resto de Castilla-La Mancha. Aquí las condiciones de hábitat y de alimento son potencialmente similares, cuando no mejores, para la presencia de la especie.
Ante la ausencia de factores naturales que expliquen la situación, sólo la mano del hombre puede estar detrás de la desaparición sistemática de casi cualquier individuo de esta especie que ose traspasar la frontera de las dos Comunidades Autónomas. Las abusivas prácticas de control de predadores que se llevan a cabo desde hace años especialmente en la provincia de Ciudad Real, son el principal factor que está detrás de la falta de linces al norte de Sierra Morena. Otros problemas, como los atropellos también se dan, pero en ningún caso podrían explicar porque esta zona se ha convertido en un agujero negro en el que el lince desaparece.
La Sierra Morena de Ciudad Real es una línea roja, a partir de la cual el animal que se atreva a traspasarla encontrará un sinfín de cajas trampa y lazos, cuando no, de forma más oculta, venenos, cepos y escopetas. Y ello a pesar de que hay un parque natural declarado y varios espacios de la Red Natura 2000, así como zonas críticas y de importancia para la especie.
En esta problemática están implicados todos, pero muy especialmente los titulares y gestores de cotos y algunos responsables y técnicos de la Consejería de Agricultura. También, es justo reconocerlo, es responsabilidad de los grupos ecologistas que no hemos sido capaces de afrontar con éxito el problema.
En Castilla-La Mancha el lince ha sufrido un notable declive de sus poblaciones, primero en los Montes de Toledo y, más tarde, en Sierra Morena. En Sierra Morena, tras varias temporadas sin datos, desde diciembre de 2010 se ha contactado con tres ejemplares, uno fotografiado, y dos desgraciadamente muertos, por atropello y caja-trampa. Son datos a la par esperanzadores y trágicos, ya que muestran que hay linces pero que están sometidos a unos índices de mortalidad insoportables.
Estos datos contrastan con la información que llega de la Comunidad de Andalucía, donde la población ha aumentado en Sierra Morena hasta los 202 ejemplares según datos de 2010.
Por ello, en estas condiciones resulta cuando menos paradójico que se plantee un programa de reintroducción de animales criados en cautividad, sobre todo, porque Castilla-La Mancha no está haciendo una gestión del control de predadores acorde con la legislación ni con las buenas prácticas cinegéticas que son necesarias para que haya linces en convivencia con una caza sostenible. La reintroducción es una inversión cara, que además, en las condiciones actuales está condenada al fracaso, y que tienen una alternativa sencilla y económica.
Las peticiones y propuestas de Ecologistas en Acción se resumen en los siguientes puntos que están siendo ya trasladados tanto a las administraciones (Consejería de Agricultura, Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino y Unión Europea) como a los representantes del sector cinegético para su debate.
- Prohibición taxativa de las cajas trampa y de los lazos y vigilancia del cumplimiento de esta medida.
- Estudio caso por caso de los posibles conflictos vinculados a la gestión de predadores que pueda haber en algunos cotos y oferta de soluciones basadas bien en la gestión del hábitat o bien en el cambio del modelo de aprovechamiento cinegético.
- Anulación del proyecto de reintroducción del lince, derivando esos fondos a ayudas a buenas prácticas en la gestión de las fincas de caza y a campañas de formación y de sensibilización.
- Consideración de todas las zonas potenciales para la recuperación del lince como áreas críticas.