Resulta muy fácil dejarse invadir por la ola de catastrofismo que impera en nuestros días, estamos cansados de escuchar críticas a nuestra civilización, a nuestra sociedad y al ser humano en sí, lo que ocurre es que sólo podemos compararnos por lo que hemos sido, y en esto salimos ganando ahora.
Qué duda cabe de que en España hemos ido a peor. Cualquier persona que en 2007 tuviese trabajo y ahora no llegará fácilmente a la conclusión de que atravesamos una época sombría, y en realidad para nosotros es así. No se puede negar que antes de la crisis vivíamos mejor, aunque lo cierto es que vivíamos a costa de endeudarnos, es decir, de consumir y producir lo que no estamos consumiendo y produciendo ahora.
El problema reside en que no podemos extrapolar ni hacer catastrofismo enmendando la plana a todo lo que ha conseguido el ser humano a lo largo de nuestros tiempos. No podemos comparar nuestra civilización porque no conocemos otra, es una falacia y una incorrección filosófica; es más, si pensamos de manera global, nos daremos cuenta de que nunca en la historia el ser humano ha estado mejor.
Por ejemplo, ¿saben ustedes de que a pesar de la crisis este año el PIB del mundo crecerá un 3%, que casi veinte millones de personas en la India han salido este año de la pobreza, o que desde los años 90 se ha reducido la pobreza a la mitad en el mundo siete años antes que lo pactado en los objetivos del milenio a pesar del enorme crecimiento demográfico?
No quiero decir con esto que no existen problemas en nuestra civilización, sigue habiendo desigualdades, pero estas se están reduciendo a tasas nunca vistas en la historia; claro que hay enfermedades pero los fallecidos por SIDA llevan ocho años descendiendo, en el último lustro las muertes por malaria han descendido un 20% y la esperanza de vida en África ha crecido 5 años en la última década excepto en Lesoto, y es que, en realidad, sólo este país y Bielorrusia ha disminuido este registro desde los 70.
Por extraño que pueda parecer nuestro planeta es cada vez más habitable, al contrario de lo que pueda parecer la masa forestal en el mundo está aumentando, en los últimos 7 años los países desarrollados han crecido una media del 6 por ciento, mientras que el consumo de combustibles fósiles se redujo un 4 por ciento por las mejoras tecnológicas y la eficiencia energética, como la de los vehículos, por cierto, accesibles para el millón mensual de personas que pasan a formar parte de la clase media en el mundo.
Nos encontramos en una situación desconocida en la humanidad. Los países desarrollados están atravesando una crisis que no afecta a los emergentes, de hecho, son los ciudadanos de estos los que están ayudando a los ricos consumiendo sus productos, y comprando deuda pública como la española. Esto supone en realidad un cambio de paradigma, ya no les podremos mirar con tierna condescendencia lamentando su mala suerte, ahora ellos se sitúan a nuestra altura, tratándonos como a iguales. ¿No era esto lo que deseábamos genéricamente cada comienzo de año?
Pablo Muñoz Miranzo
Twitter: @pablommiranzo
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